jueves, 17 de mayo de 2007

Castigo de dios


Cuando los dioses quieren castigarnos nos conceden lo que les pedimos. Lo dijo Meryl Streep en ‘Memorias de África’. A mí me lo ha recordado esta tarde Pepa la Loba. Qué gran verdad. Mañana puede que me arrepienta, pero ahora mismo tiraba la toalla, en este caso, la maleta. La tengo aquí al lado sin deshacer todavía, pero sé que en menos de doce horas tiene que estar renovada para el fin de semana, que voy a ir a ver al banderillero y cuadrilla. Nada grave si no fuera porque ayer Milano me recibió con un sms de la Bossa: “Api, prepara la maleta para Japón”. El lunes a las ocho de la mañana me esperan en Barajas para facturarme rumbo a Tokio. Sí, yo quería viajar. Pero no a este ritmo. No puedo más.

Conste que yo sólo hablo de viajes. Del tema hombres, Loba, te insisto, no puedo estar de acuerdo.

Pero bueno, una de las cosas buenas de viajar es que se lee mucho. Ayer en el aeropuerto compré ‘Algo que te concierne’, de Juan José Millás. Es otra recopilación de columnas suyas. Son algo viejas, pero esconden oro puro.
Os voy a copiar una, pero hay muchas que son espectaculares. Siento alargarme tanto.


Rareza

El sol se detuvo a esa hora del atardecer en que las golondrinas emborronan el aire, pero la gente no prestó atención a esta rareza hasta que el desfase entre el reloj y la luz resultó excesivo. No anocheció ese día, no se cerraron las flores ni se abrieron los bares; las gallinas volvieron a poner y los girasoles, firmes, mantuvieron la mirada al sol. Por la televisión desfilaron científicos y adivinos, mientras los corresponsales de aquellos lugares donde no había amanecido narraban las normas de seguridad impuestas por las autoridades para aquella noche de duración imprevisible. Desde las regiones del globo donde la parada se había producido a punto de anochecer, o al alba, llegaban imágenes de una población taciturna por el peso de aquel crepúsculo inconcluso.

Aquí se recomendó a la gente que durmiera, aunque fuera de día, y muchos lo intentaron, pero sus sueños tenían el color blanquecino de las películas veladas. En las camas los matrimonios se abrazaban mudos de pánico, temiendo que aquella paralización del universo fuera el preámbulo de algún sufrimiento insoportable. Cada vez que se despertaban, contemplaban el sol con la boca fruncida en un agujero de ansiedad. Comenzaron a circular previsiones mortíferas.

En esto, un viejo de Aluche que llevaba varios días durmiendo la mona se levantó y fue al baño para aliviar la vejiga; al tirar de la cadena, el mundo se puso nuevamente en marcha, como algunos electrodomésticos defectuosos al recibir un golpe. Los girasoles bajaron la cabeza, las flores se cerraron, los bares se abrieron y el mundo exhaló un suspiro cósmico. El viejo borracho, que nunca supo las consecuencias de aquel gesto suyo, continúa bebiendo cerveza por las tardes mientras discute con otros jubilados sobre la perfección del universo.

5 comentarios:

LaNegra dijo...

Yo me sé otra versión:
"ten cuidado con lo que sueñas porque puede convertirse en realidad"

No obstante Api, con el combustible de esa gasolinera de la foto... tienes tú muchos kilómetros en las alas todavía.

pd. bésame al banderillero y cía.

Api dijo...

Es que en una de las miles de paradas que hicimos por esas carreteras de Italia, lo vi y no me pude resistir.

Anónimo dijo...

Milano
Japón
... Mira Api querida no es por ser mala pero tú eres una ordinaria camarera de vuelo. A mí no me digas. O eso o eres la cuarta amiga de Paris Hilton porque solo ella viaja así (y no es camarera aérea)

Api dijo...

En ocasiones me siento tan tan tan cansada. :-)

LaNegra dijo...

Porque LM no sabe de la existencia de este blog (y además,anda también de gira por Italia) que si no...