miércoles, 18 de noviembre de 2009

¡So payasa!

Hasta la universidad, siempre que un profesor hacía una pregunta – o lo que es lo mismo, había que hablar en público - me escondía tipo avestruz para que no me mandaran hablar. Al final casi nunca libraba, porque aunque a mi no me lo pareciera, mi camuflaje debía ser bastante malo. Lo único bueno de entonces es que en el 99% de las ocasiones sabía la respuesta, con lo cual, cuando finalmente me obligaban, al menos sabía qué decir.

Pero después de la universidad se me ocurrió hacer un máster ni más ni menos que de radio y, de pronto, en una clase de 30, estaban 29 personas a las que no les imponía en absoluto hablar en público y luego estaba yo, acojonada. Así que la primera vez que me tocó prueba de micrófono, sin escapatoria posible, y seca de ideas, se me ocurrió que mejor no ponerse profunda, no fuera a ser... Llamé a mi madre – que sólo hay una – y le pedí la receta del cocido montañés y al día siguiente me la marqué frente al micro con dos cojones y, ahora lo veo claro, muy poca vergüenza.

Os podéis imaginar que nadie más recurrió a un truco tan facilón. La gente escribió sobre sus sentimientos, sus experiencias, política, cultura,... y yo sobre alubias, berza, chorizo, morcilla, tocino... Me sentí la payasa oficial de la clase, pero el truco funcionó, aunque sólo fuera por el factor sorpresa.

Hoy lo he vuelto a hacer. Tenía que hacer un speech de dos minutos más o menos, a elegir entre My favourite day, Public Transport, I love... o They should be banned... (a saber, Mi día favorito, Transporte público, Me apasiona... o Deberían prohibir...) y voy yo, me pongo de pie, recibo un bonito aplauso y les cuento en inglés tipo indio que deberían prohibir los paraguas en Madrid – es una de mis frases favoritas cada vez que llueve, y aquí la recuerdo mucho, como os podréis imaginar - porque los madrileños no saben usarlos y, si no, la mitad de la población se va a quedar tuerta. Al final me han aplaudido otra vez, no sé si por pena o porque les ha impresionado que supiera decir tuerto. Lo que os digo... lo mismo a la vuelta los de Payasos sin Fronteras tienen algo para mi. Voy a empezar a buscar nariz, aunque con el frío que hace en esta casa igual no me hace ni falta... la llevo roja de serie.

martes, 17 de noviembre de 2009

Creída

No sé si a vosotras os pasaría, pero cuando yo era pequeña e iba a la escuela “creída” o “chula” eran los dos peores insultos que te podían decir. Si te llamaban tonta, gorda, torpe, idiota, incluso si te llamaban gilipollas (que era pecado), no te sentaba ni la mitad de mal que si te llamaban “creída” (o “chula” si se usaba como sinónimo). La frase “es una creída, está todo el día haciéndose la chula” era una declaración de guerra resumida en diez palabras. Decir eso era decir que esa no era tu amiga, ni lo iba a ser, y te granjeaba la simpatía de todas aquellas que pensaban como tú. En mi caso, la reservaba para aquellas que me caían especialmente mal porque se “creían” más guapas que el resto. Aún hoy, aunque ya no uso ninguno de esos “insultos”, me vienen de cuando en cuando a la cabeza cuando veo a la típica guapita de cara que se cree más que el resto por ser así. No me malinterpretéis, no me caen mal las guapas, sólo las que se creen guapas, independientemente de que lo sean o no, porque, una cosa es saberlo y otra creerlo. El matiz es sutil pero marca la diferencia.

Para que os hagáis una idea de lo fuertes que resultaban y de la distancia que se establecía entre ellas y tú, os diré que al pensar en esas dos palabras siempre me viene a la cabeza un nombre concreto: S.S. Todavía ahora, casi 30 años después, cuando nos encontramos por la calle hacemos como que no nos hemos visto, incluso cuando entro a comprar a la tienda que comparte con su hermana (afortunadamente ella es sólo socia capitalista). Soy clienta, no amiga. Nunca reñimos, pero nunca nos caímos bien. Por lo visto, hay cosas que marcan para siempre.

El caso es que hoy, venía de Dublín hacia casa en el tren pensando en mi semana de clase, y me he sorprendido (y no gratamente) por primera vez en mi vida pensando en mi misma como en una creída. Una chula que pensaba que por hablar inglés de aquella manera con españoles e italianos, que por haber sido capaz de mantener una conversación más que fluida con una australiana iba a llegar aquí y lo iba a entender todo. Una que daba por hecho que tendría problemas para hablar, pero no para entender. Pero va a ser que no. Va a ser que mi autoestima estaba por las nubes al final del verano y que en España era muy difícil que mi fluidez con el castellano me la bajara.

A la creída aquí presente se le han caído los palos del sombrajo a la primera de cambio. No entiendo a los fucking irish, parece que tienen algo en la boca que no quieren que se les salga cuando hablan. Para decir hola ellos no dicen “jay”, no, ellos dicen “jayooo”, que parece que John Wayne va a bajarse del caballo justo en ese momento. El “very much” pronunciado tal cual (con u) lo superé en el verano, pero si de verdad consigo hacerme con ello y no muero antes de navidad, no me tengáis en cuenta que llegue diciendo “Yesús Kraist!!!!”, blasfemia que les encanta y que a mi me da la risa. Son capaces de decir eso y “pretty much” (también con u) dos mil veces en una conversación. El problema es que es lo único que yo les pillo.

Así que, amiguit@s, moraleja: la chulería pasa factura. Ahora que, yo salgo de aquí speaking English como que me llamo Negra. Pa’ chula yo.

LaNegra recorded from Ireland
Viernes, 13.Noviembre.2009

navidad en crisis

otra minireflexión.
cuándo se ha de dar por empezada la navidad? el sábado entré en un centro comercial en el pueblico y ya tenían los escaparates y todos los pasillos y techos engalanados. hoy he visto que en las calles de molamaz han puesto ya las luces pero de momento no las han encendido. aunque dos meses de celebración me parecen too much, yo di la navidad por inauguradas ayer, con el recibimiento de mi primer jamón (en realidad paletilla) ibérico de la temporada. viva la crisis. y la navidad.

minireflexiones al volante

osar meterse cada mañana en hora punta en la m-30 de mis gallardones da, entre otras cosas, mucho tiempo para pensar. 45 minutos exactamente me dan de sí apenas cinco kilómetros. y entre los revivals de kiss efeme y la sugerente voz de francino me dedico a observar comportamientos del personal. tengo estadísticas de qué día es mejor y peor el tráfico en función de todo lo que se quiera: día de la semana, momento escolar, día del mes, climatología...

en estos seis meses de sufridora diaria he notado por ejemplo que los peores en distancias cortas y atascos no son los bemeuveros sino, y con mucha diferencia, los chapuzas que van con su furgonetilla tipo kangoo o express a la faena. para ser exactos, les desprecio y suelo desearles bastante a menudo lo peor.

mi visión al volante de madrid también me está llevando a una preocupante observación: cada vez veo más controles policiales durante el día en calles de poco tránsito, y hablo de controles grandes. en mi calle ahora mismo hay entre seis y ocho coches de policía concretamente.

sin embargo, la reflexión que quiero traer aquí hoy es: ¿por qué la gente lleva un sombrero, de paja pero también de tela, en las bandejas del coche? ¿adorno? ¿de verdad los usan? ¿han reemplazado a los perros que movían la cabeza en la parte trasera de los seat 131?

martes, 10 de noviembre de 2009

Ilegal inmigrant

No sé si os acordaréis de aquella canción de Sting que empezaba con un (para mi) sublime “I don’t like coffee, I like tea my dear, I like my toasts done on the side...” que tan bien define las diferencias entre los ingleses y los americanos, a pesar de su lengua común, y que, en el estribillo, repetía “I’m an inmigrant, I’m an ilegal inmigrant, I’m an English man in New York”. Desde ayer me siento un poco así.

Estoy de vuelta en Irlanda, llegué ayer, y hoy ya he empezado un curso que me va a tener tres meses, seis horas al día (de lunes a viernes) estudiando con otras once personas: un chico rumano y diez irlandeses. No sé cómo lo verá el rumano, pero yo no pillo ni la mitad, eso sí, por purita mala suerte me ha tocado ser la primera en hablar...

Cuando vine en verano me movía entre españoles e italianos como nacionalidades fuertes y a mi alrededor, aunque todo el mundo hablaba inglés, todos lo hacían con tremendo acento extranjero, así que los entendías. Hoy he comido con cinco irlandesas que no paraban de hablar y he sido incapaz de entender nada. Por expresarme en la que de aquí a Navidad tiene que ser por fuerza mi lengua, ha sido “terrible”. No me podía concentrar en nada, ni en la conversación, ni en la comida.... mi único punto fuerte ha sido intentar mantener la cara de “vosotras seguid, que no pasa nada”.

Esa es la parte “inmigrant”, la parte “ilegal” la tengo en casa. IlBello me ha buscado alojamiento en su humilde morada de aquí a Navidad, hasta aquí todo bien – incluso diría que estupendo – el único problema es que el casero no sabe de mi existencia. Si me ve, yo sólo pasaba por aquí porque soy IlBello “girlfriend” (sí, ya lo sé, varias de vosotras estáis pensando que en mis sueños me ligo yo a tremendo cañón). El caso es que el Fascista Tierno – otro italiano habitante de la casa – y el vecino irish ponen una cara muy rara cuando IlBello cuenta el plan. Me veo en la Garda intentando explicar que yo sólo pasaba por aquí...

Pero bueno, la suerte está echada. De esta o aprendo English o aprendo English – con lo que a mi me gusta opinar, si en dos semanas no entiendo algo más, me voy a pegar un tiro – y, de paso, un poquito de Italian porque mis “amicos” se han olvidado de que la española non parla italiano, así que en la cena de ayer con IlBello, TheKing y el Fascista Tierno, me tocó devolver en mis carnes y todas juntas las perrerías lingüísticas que los españoles – mayoría absoluta entonces – les hicimos a ellos en verano. Peeeero... no problemo, yo por hablar, hablé hasta del “calcio”. Faltaría más.

LaNegra recorded from Ireland

lunes, 9 de noviembre de 2009

En ocasiones alucino

Reconozco que vivo obsesionada por la crisis. En cuanto tengo ocasión, voy preguntando a todo el que se me pone enfrente que cómo lo ve. Y es curioso. En general, la gente lo ve mal o muy mal. Este fin de semana el dueño de un Tien21 me aseguraba que ha bajado el precio medio de las lavadoras que venden (artículo de inmediata reposición que le llaman) y que si venden una de más de 400 euros descorchan champán (ya será cava) cuando antes nadie bajaba de 600. Hace unas semanas un taxista jovencito me contaba que vuelve a tener trabajo en los mismos niveles que hace dos años, que él achacaba a que con la revisión de las hipotecas, la gente ha recuperado algo de cash. Yo que sigo pagando un euribor al 5% (bendito diciembre) no he notado mejorías por ahí ni por ningún otro sitio. No paro de oir hablar de nuevos despidos en todas partes, ya da igual que seas pintor que informático o periodista.
Por eso no deja de sorprenderme lo que acabo de leer en Expansión: En octubre, se vendieron en España más BMW que en India, Brasil, Austria y Holanda (juntos).


En otro orden de cosas, esta mañana he dejado a la negra en Barajas rumbo al invierno dublinés. Ya nos contará.

lunes, 2 de noviembre de 2009

¿Truco o trato?

Yo pensaba que vivía en un pueblo digamos que typical spanish o al menos todo lo typical spanish que son los pueblos del norte donde, como alguna vez ya ha explicado Api, somos más “recios”. Aquí no damos dos besos cuando conocemos a la gente ni decimos “hasta lueguito” como en Madrid. Aquí cuando conoces a alguien inclinas la cabeza un poco mientras sonríes y la siguiente vez que le ves vuelves a inclinar la cabeza mientras dices un “`ta luego” si eres tía o un “bueeeno” si eres tío. Así somos aquí.

O así éramos aquí, porque el sábado estaba yo siguiendo otra tradición typical spanish – o sea, echándome la siesta – cuando de repente “ding-doooong” suena el timbre de mi casa. Con un ojo todavía cerrado abro la puerta y... “¿truco o trato?”. Cuatro niños – alguno ya más alto que yo – estaban en mi puerta pidiendo caramelos porque era Halloween. Mi careto debió ser un poema. Los niños todavía deben acordarse. Yo flipé en colores, ahora... ellos sí que debieron flipar.

Me quedé tan impresionada que mi reacción fue acordarme de que me quedaban unas pocas gominolas que tengo a bien tener por casa para cuando me dan lo que yo llamo “ataques de azúcar”. Las cogí y salí a la puerta y dije – con un tono bastante seco, lo reconozco - la frase mágica: “coged un puñao cada uno pero repartíos porque sólo tengo esto”. Momento en el que el cual el listillo del grupo, escondido detrás de una careta de Scary Movie dijo “¡¡¡un puñao!!!” metió la manó y cogió tres cuartas partes de las gominolas allí presentes, mientras otros dos intentaban pillar lo máximo posible y a la niña más pequeña le dejaban sólo dos y porque yo levante la mano para que no se las quitaran todas.

Entre el mosqueo que tenía porque me habían despertao, el rechazo que me producen los niños pidiendo de puerta en puerta – jamás vendí una papeleta para una excursión cuando era pequeña - , y el listillo-acaparador-de-los-cojones, antes de darme cuenta les estaba echando la bronca por egoístas y cerrándoles la puerta, eso sí, con el tuper de gominolas completamente vacío.

Total, que ellos no lo sabían pero, yo me había puesto el disfraz de bruja y había elegido truco. Me estoy haciendo mayor, lo sé, pero es que me jode que los padres les pinten la cara a los críos y, para echarse ellos la siesta, los echen a la calle a joderle la siesta a los demás. Eso por no decir que cualquier parecido de mi barrio con Wisteria Lane es pura ficción...