miércoles, 30 de abril de 2008

Quédate en Madrid

Unos años tarde, pero voy a hacer caso a Mecano. Este puente me quedo en Madrid. Pedaleando, latineando y poco más.
Si alguien tiene algún plan sugerente por la capital, soy toda ojos.

domingo, 27 de abril de 2008

Machaca a tu becaria


La idea ya me venía rondando un tiempo pero el título me lo dio el otro día Federiko. A ver, que yo entiendo que todos hemos sido becarios, y que hay que tener paciencia y tener en cuenta que vienen a aprender, y que no hay que machacarles.
Pero a ver, dado que todos hemos sido becarios, y yo también, todos hemos querido demostrar que ya que no sabíamos hacer la o con un canuto -estas carreras de letras dirigidas a abrir las mentes y poco más- por lo menos ser dispuestos. Por mi 'corralito' han pasado becarios de llorar, pero este año parece que nos llevamos la palma.
Hace dos semanas llegó por allí una tarde la nueva becaria. Al principio, le pedimos que propusiera temas pero al ver el poco interés le encargamos un tema directamente. Un tema bonito, nada "del marrón pa la becaria". Al segundo día, cuando no nos llegaba la camisa al cuello y ella lo veía, se quejó "porque no la hacíamos caso". Momento en que aproveché para explicarle que si no hay tiempo para llegar al cierre mucho menos para atender a los becarios. Así que optamos por el método de todos los años: ya que no ayudan, los mandamos de viaje. Así que le encomendamos un cojoviaje a Tenerife. ¿Puedes viajar? le pregunté con todo el cuidado del mundo, pues visto lo visto, ya que no pueden esperar a ser corregidos, ni proponen temas, igual tampoco podían viajar... y que viajar que sí podía. Bien, pensé. Pues te vas a ir a Tenerife a este sarao...y marqué con un boli la palabra "Tenerife". ¿Eso está en Madrid?, inquirió. Yo hice como que no oía y le dije con quién tenía que organizarlo todo. ¿Eso está en Madrid?, repitió. Y ahí yo... verdad? ya no pude obviar la pregunta. Eso está en las islas Canarias, y la becaria calló.

Al día siguiente le pregunté si todo estaba en marcha y cuántos días se iba. "Un día, supongo". Y yo, pero a ver becaria, que tienes que ir hasta allí, llegar al sitio exacto, hablar con los tres fulanitos, uno detrás de otro, y volver al aeropuerto y de ahí a Madrid... "Pero si eso está a una hora de vuelo", me explicó. Y ahí le vine yo a decir que las islas Canarias aunque nos las pinten en un recuadro al lado de Cádiz, están un poquito más abajo...", y la dí por perdida.

Lo he comentado con compañeros que me dicen que bueno, que todos hemos tenido una primera vez, los nervios... pero digo yo que si esto es lo que hay después de cuatro años de carrera y un master no saber que Tenerife está en las Canarias... que Pikatxu nos ampare.

Te jodo porque puedo


Pues sí, aquí estoy de nuevo. Con el pelo negro y haciéndome a la idea de que mañana vuelvo a la 'normalidad'. En la última semanita me ha dado tiempo a un poco de todo. Primero me fui unos días con tigris a Estambul -qué sitio tan recomendable, a ver si un día tengo tiempo y me explayo-, donde no hubo pasión turca, pero sí pasión en Turquía. Luego marché para tierras del norte, donde estuve haciendo familia y quedé con Federiko, pero como hacía menos de un mes de nuestra última cita pues no teníamos temas de qué hablar. Y ayer partí al pueblo de la mia mamma. Allí, entre otros estaba el novio de mi prima, a partir de ahora El Mazao. Siempre me habla de lo mismo: de coches. A mí. Pero como tenemos el mismo modelo, el suyo con doble potencia, pero por fuera iguales, pues habla de coches y yo asiento. En realidad él siempre ha querido tener un BMW ya hace unos meses ya me dijo que no me merecía menos que un tío que tenga un 3.30.
Pues bien, ayer cuando volvió a hablarme del BMW le vine a explicar que últimamente me tienen ciertamente hasta las narices el 98% de los conductores del BMW porque casualmente suelen protagonizar el 98% de las pirulas que veo en carretera. La respuesta, tajante del individuo, fue: porque tienen coche para hacerlas.

Con esa filosofía ya puede la DGT poner cartelitos en la carretera, que les va a dar igual dar el resultado de los partidos del domingo. Van a tener la misma efectividad.

sábado, 26 de abril de 2008

Bajarse al moro

Eso es lo que voy a hacer yo en unas 12 horas más o menos. Primero fue la obra de teatro - a través de la tele, eso sí -, después fue la peli, luego el libro. Ahora me toca vivirlo en directo.

Me voy a Asilah, un pueblo a 40 km de Tánger a pasar una semanita tripa arriba (al sol, si es que Don Lorenzo tiene a bien). Os dejo con Api que, antes de retirarse a sus aposentos, también se ha tomado un merecido descanso en tierras infieles. Cuidádmela y dejadle comentarios, que sabéis que los necesita lo mismito que a la Mahou. Nos vemos a la vuelta :-)

jueves, 24 de abril de 2008

Señora de...

Esta tarde, al salir de currar, he ido a la pelu. Un tintazo de urgencia para el puente. Entre que hay crisis y que llueve, la cosa estaba tranquila, ha sido llegar y pillar. Revista del coraçao, colocón de tinte y calorcito para que fije. Casi no había gente, así que, en lugar de conversaciones tontas sólo se oía el murmullo de los secadores. Prácticamente el paraíso... hasta que hemos llegado al aclarado.

Yo me había sentado, y me disponía a disfrutar de un masaje capilar en un agradable silencio cuando éste se ha roto. ¿La culpable? una chica de entre 25 y 30, un poco pija, pero vestida de alternativa con su camiseta llena de smileys fluorescentes, que llegaba gritando por el pasillo que cuánto tiempo, hay qué ver, y fíjate que hasta habéis cambiado los asientos. Y detrás de esto, su siguiente frase ha sido – más o menos textualmente – ésta: “yo creo que hace como un año que no vengo. Bueno... ¡¡hasta me he casado!!” .

Yo he flipao, y a juzgar por el tiempo de reacción de la peluquera, ella también. Porque vamos a ver, una tía que hace un año que no va por la peluquería, buena clienta no es, eso está claro. Amiga, amiga de la peluquera, pues tampoco, porque si se ha casado y ella no lo sabe es porque no le confió el moño del día más importante de su vida. Y ahí es donde yo he empezado a preguntarme qué pintaba la otra contándole que se ha casado. Y sólo se me ha ocurrido una respuesta: ganas de contarlo. Respuesta que se ha confirmado unos segundos después cuando – encantada de escucharse a si misma hablando sobre el que todos creíamos que era su nuevo estado civil – la tía ha rematado: “y me casé en agosto, así que fíjate si hace tiempo que no vengo”.

Así que, recapitulando, no es buena clienta, no es amiga, y encima la novedad no es un atenuante. La peluquera, una profesional, ha intentado cambiar de tema diciéndole que la había visto en la tele (la pija es periodista al parecer) pero ella, a lo suyo. Ha driblao como una campeona, para seguir hablando de su tema: “jo y aún sigo diciendo mi novio – risita tonta – pero luego me corrijo y digo mi marido”.

“Mi marido”. Mientras a ella se le llenaba la boca, a mi se me iba llenando el cerebro con un pensamiento único: “qué fuerte”. Que ser una mujer casada sea tu máxima aspiración en esta vida me parece discutible pero respetable, pero que tengas que reafirmarte contándolo en la peluquería ocho meses después de la boda me parece triste. Qué queréis que os diga, más que indignada – que un poquito también – cuando me he levantado del lavabo, estaba desmoralizada.

Que en pleno siglo XXI, en un día como hoy, donde se puede hablar de tantas cosas – de libros por ejemplo –, llegue una tía con estudios y – para que no queden dudas – guapetona también, y protagonice semejante escena de exaltación del soy “Señora de” me ha roto los esquemas. Si al final va a resultar que Zapatero es un visionario, verás.

miércoles, 23 de abril de 2008

Pasaporte y dutifrí

Nunca había visto “Dutifrí”, el programa de Sardá, pero el domingo cuando me iba a la cama vi que lo anunciaban y puse el vídeo a grabar. Hoy, ante la falta de oferta (ya sé que está el Dr. House, pero... estoy hipocondríaca, qué queréis que os diga...) me he acordado y lo he enchufao.

Especial Miami. Sardá + Alejandro Sanz, dos de las debilidades que impiden que sea una auténtica chica alternativa. ¡Qué le vamos a hacer! Aunque sea poco, aún me acuerdo de Sardá y su buen amigo, el Sr. Casamajó en la radio, y aunque nunca fui fan, me molaban el nombre y la “estética” de Crónicas Marcianas. De Alejandro Sanz renegué una y mil veces cuando llegó “Pisando fuerte”, pero al final... tanto oírla, tanto oírla... la cancioncita que todos estáis pensando me acabó dejando el “Corazón partío”. En mi favor sólo puedo decir que “Más” me lo regalaron, a partir de ahí... a seis eurazos, pero... me los he comprado yo.

El caso es que el programa me ha gustado porque se ve que el tío se lo está pasando bien mientras lo hace. Te da un puntito de envidia ver cómo alguien que podría vivir sin trabajar, trabaja para pasárselo bien. Justo lo estaba pensando cuando, ya terminando el programa, el tío ha dicho algo así como que la gente se preguntaría por qué no le preguntaba a Alejandro Sanz sobre sus amores y sus mayordomos y – la cita es más o menos textual – ha añadido: “en este momento de mi vida puedo elegir entre ser un buen periodista y ser un buen amigo, y me apetece elegir lo segundo”.

Sí ya lo sé, la frase tiene un punto de chulería que sólo puede permitirse alguien que como él, va a comer – caliente, además – todos los fines de mes de aquí a que palme (él, y sus hijos, y los hijos de sus hijos), pero... en ese preciso momento le hubiera cambiado el sitio y me hubiera puesto en su lugar para ver de cerca las guitarras del Sanz colgadas de una pared. Todas, también la primera.

Y ahí es donde he pensado que eso sí que es duty free. Totalmente libre de impuestos. A lo que hay que aspirar. A hacer lo que te apetece, donde te apetece y con quien te apetece. Quién sabe, quizá algún día... De momento, hoy he dado el primer paso: tengo pasaporte y diez años por delante para darle vida.

sábado, 19 de abril de 2008

Gripe y melancolía

Así titulaba Carmen Rigalt su columna “Días contados” del Yo Dona de la semana pasada. Fue premonitorio, lo leí el miércoles y ya había caído.

Su columna empieza así: “Domingo. Coqueteos con la gripe. Estoy machacada, pero como no lo parece, mis quejas dan en hueso. Trazo un plan de analgésicos para hacer frente al malestar. Paracetamol, ibuprofeno, ibuprofeno, paracetamol. Si todo va bien, sobreviviré con mis propias defensas.” Su lunes continúa con un “la ausencia de fiebre me quita credibilidad”. La columna termina con un: “Viernes. La melancolía es una actitud existencial elegante: favorece a todo el mundo. Pero yo me asomo al espejo y no me veo nada favorecida. Esta noche lo mío no es melancolía, sino gripe”.

Cambiemos domingo por lunes, lunes por martes, cambiemos gripe por resfriado, y... esa soy yo.

miércoles, 9 de abril de 2008

El ídolo (II)

Ahora que ya sabéis quién es, os voy a contar la última del ídolo. Antes de invitarme al Bernabéu no éramos amigos, ahora me odia. Cada vez que me quejo, mis amigas - muertas de la risa - dicen eso de “aaaaaaah, se siente, haber ido al fútbol”, y luego añaden que le he cogido manía. Pero eso no es del todo exacto. Bueno, igual un poquito de tirria igual sí que le estoy cogiendo, pero a ver qué harías vosotros...

Desde el día de autos, decidió que contestar – por educación, más que nada – a mi buenos días, ya no era estrictamente necesario y yo flipé un poquito, pero bueno... igual cuando decliné, yo no había sido tan amable como pensaba o algo... Pero hete aquí que un día, el ídolo decidió descargar sobre mí todo su rencor social y, después de haberme dado hora para que me lo lavaran (*) dejó mi 207 en el garaje – perfecto con sus 100 kilos de mierda sobre el cristal – para colar los coches de todos los jefes de la empresa (incluidos algunos amigos míos, con lo cual, me enteré). Ese día, al irme, se hizo el loco, y al día siguiente, cuando los “utilitarios” de todo el organigrama brillaban hasta en la oscuridad, llegó mi turno. Sin embargo – llamadme rencorosa si queréis – para entonces a mi ya no me interesaba el “servicio”, así que le dije lo mismo que a lo del fútbol, esta vez alto y claro: no, gracias.

Si a esas alturas ya me odiaba, a día de hoy, os podéis imaginar... Pequeñas mentiras, ignorancia total a mis enfados porque él firme personalmente los paquetes que me envían al trabajo (menos si son reembolsos, entonces prefiere la opción dejarme mal delante del mensajero), oídos completamente sordos a mis súplicas para que bajen el aire acondicionado,... Más que una guerra abierta, lo nuestro es una lucha de guerrillas. Y para muestra, la última batalla.

Ayer por la mañana, cuando llegué a currar, no había sitio en la neverita de mi lado de la oficina - donde suelo guardar el tuper -, y tuve que ir a la cocina grande a llevarlo. Para eso, además de pasar por delante del ídolo, tengo abrir una puerta con mi tarjeta de identificación. Total, que cuando ya estaba en el pasillo me doy cuenta de que la tarjeta se me ha quedado encima de la mesa y se me escapa un “uy, mierda” en alto.

A continuación, le miro y le digo: “Ídolo, ¿me puedes abrir, por favor, que me he olvidado la tarjeta?”. Y él, que estaba levantado trajinando en el ascensor, no me contesta – ni siquiera me mira – pero se ríe, como que no quiere la cosa. Entonces, yo le miro poniendo cara de interrogante (ya sabéis, un a medio camino entre el “¿piensas abrirme?” y el “¿te estás riendo de mi?”), pero todo esto sin dejar de sonreír – vamos, que estaba yo de buen rollito -. Y entonces él me mira y me dice:
- ¿Qué has dicho?
- ¿Quién yo? – le contesto.
- Sí – responde.
- He dicho: “uy, mierda” – digo yo.
- Eso está muy feo – dice él – y más en una mujer.

Ahí es donde yo saqué lo peor de mi y, sin dejar de sonreír en ningún momento y mirándole directamente a los ojos, puse cara de circunstancias (un a medio camino entre desvalida mujer compungida y “lo que tú digas, tontodelculo”) y contesté: “pues si me oyeras otras veces….”

Del revés se le pusieron los ojitos negros, del revés. Definitivamente, no soy su tipo, pero él el mío... tampoco.

(*) Lo del tunel de lavado de mi curro, os lo cuento otro día, que para explicarlo en condiciones, además de escribir tengo que hacer de paparazzi.

martes, 8 de abril de 2008

El ídolo (I)

Hoy me ha venido a la memoria una de esas cosas que pasan que me ocurrió hace un tiempo y que no os conté porque aún no teníamos el blog. Era un día de esos malos de invierno, llovía a cántaros y había huelga de autobuses. Como sabéis yo tengo coche, así que, no problem, pero… cuando me iba nuestro director de seguridad en funciones – o sea, el segurata de la puerta que es quién manda aquí – me dijo: “Negra, ¿tú podrías acercarme al cercanías? Es que llueve, hay huelga de autobuses…” y yo le dije que claro, que faltaría más. Y ahí empezó la leyenda…

Después de pedirme que le llevara y de que yo dijera sí, él aclaró que tenía que esperarle porque, con la huelga, su compañero no había llegado y no era cosa de dejar la oficina sin vigilancia. Yo ya había dicho que sí y en realidad tampoco me importaba mucho, así que, para hacer tiempo, acerqué a otra compañera hasta su casa y volví a recogerle. Le hice una perdida y él bajó. Se montó y aclaró que mejor casi si le llevaba a la estación del pueblo, que la del centro comercial – más cercana al trabajo – tiene menos frecuencia de trenes. Y yo, a mandar.

Así que allí estábamos él y yo. Yo con mi flamante cochecito recién estrenado y él sentado al lado tieso como un palo’escoba haciendo las típicas preguntas de rigor del tipo “¿qué tal el coche nuevo, va bien?” y así. Pero de ahí, en seguida pasamos a lo personal porque, de repente, como que no quiere la cosa y mientras yo me afanaba en dar una curva de 360 grados, el tío me soltó:
- ¿ Y además de conducir, tú qué otras aficiones tienes?
- ¿Aficiones? – dijé yo.
- Sí, aficiones – aclaró él – además de conducir qué te gusta: salir con tus amigas, tomar cañas...
- Tomar cañas con las amigas – atajé yo – esa afición también la tengo.
Pero por lo visto era poca afición para él, porque insistió.
- ¿Y qué más?
- Pues... no sé... así de pronto...
- ¿Y el fútbol?, ¿el fútbol te gusta?

Lo que no os he aclarado antes es que, al montar él en el coche, en la radio de mi peugeot sonaba el Carrusel Deportivo a todo lo que daba. La Champion concretamente. Y claro, si a un tío que monta en tu coche le pones el carrusel y luego dices que no te gusta el fútbol, o bien le estás mintiendo, o bien te lo estás intentando ligar y estabas quedando bien. Y como ni lo uno ni lo otro, pues aclaré que sí, que me gusta el fútbol. Entonces, a pesar de que lo que se oía de fondo era un partido del Barça, él preguntó: “¿y tú?, ¿eres del Madrid?”. “Del Madrid y del Racing” – dije yo – “pero sí, del Madrid”. En ese momento él empezó a hablar de nuevo, pero ya no preguntaba, más bien exponía.

Que él era soltero, que como es inmigrante (Ecuador o Perú, no estoy segura) y aquí vive con sus tíos - que son la familia que tiene en España – pues que no gastaba mucho, y que el único vicio que tenía era el fútbol. A continuación me invitó al Bernabéu, así, directamente, sin pasar por la casilla de salida. Y yo, ¿verdad?, mirando fijamente a la carretera para no comerme la fuente de la rotonda del susto, decliné lo mejor que pude para que, sin sonar desagradecida, el mensaje quedara claro: no, gracias.

Cuando lo cuento todo el mundo se ríe (más bien se descojona), me vacila y acaba diciendo que si qué grande, que si tal y que si cual. Pero en mi opinión, quienes mejor le han definido han sido ET y LaurenMi que, al saber de sus andanzas, simplemente añadieron: “¡qué ídolo!”.

lunes, 7 de abril de 2008

Vamos sobre ruedas


Me he comprado una bici. Como la de la foto pero azul. El sábado quedé a comer con Allendelosmares. Hacía muy buena tarde, estábamos cerca del Retiro y le animé… por qué no nos compramos una bici? Dicho y hecho. Give me two. A mí me gustaban las Brompton pero se nos subía un poco de presupuesto (a partir de 1.000 euritos), así que le expliqué al dependiente mi naturaleza obsesiva e impulsiva y me dijo que para casos como el mío recomendaba optar por la más barata. Así que salimos de la tienda con un par de ejemplares marca Yeah que fueron la envidia del Retiro. Ayer todavía ansiosa me precipité a comprarme un pito, luz trasera, delantera… sólo me falta la cesta.
Yo sé que la negra, aunque calle, sabe que antes o después mi bici será su bici, igual que todos los caprichos que se me antojan y en menos de 24 horas procedo a hacerme con ellos. La elíptica se me escapó viva, porque entre la negra y yo no podíamos subirla a casa, y tigris dijo que me había vuelto loca. Ahora lo ha vuelto a decir, pero desde la distancia sonó mucho más débil y además yo ya la tenía dobladita y en mi poder.