miércoles, 27 de junio de 2007

Entre alimañas

A ver, la proxima vez que diga de embarcarme en esta movida que alguien me lleve a electrochoques, por favor. Que yo luego se los pago.

Despues de doce horas de vuelo (esa despedida de la negra y lauren miguel me llegó al alma) y otras seis de autobús... tuve que dormir en un barracón con literas, sin luz, sin agua caliente... y pasar del four seasons de maui a Chez Chinches, asi sin transición, es muy duro. El forro polar atado hasta la barbilla perfecto, los pantalones y los calcetines fueron el pijama de anoche.

Estoy ahora en un hotelito de carretera tecleando en un cutre ordenador y con una musica de chumba chumba de fondo que hace retumbar los cristales. Y no puedo con mi alma.

no me alargo porque estoy que me caigo. hoy nos han levantado a las cuatro de la mañana para subirnos mas de 3000 metros de volcan, que hemos completado con una caminatita de 25 kilómetros.

la gente es maja, pero queda para el recuerdo la aventura del año pasado.

Para estos 'curiosones' que hay por ahi: atapuerca no ha venido. y, claro, así todo pierde algo/o mucho de color.

besitos

si consigo conectarme otro dia, sigo.

El destino

Ahora mismito, mientras esperaba la que iba a ser la primera frase de este post, ha acabado la lavadora y como no soporto el pitidito (y, como dijo aquel, tampoco quiero que la ropa me coja olores) pues me he dejado el texto a medias y me he levantado a sacar la ropa. El caso es que mientras la movía a la zona donde voy a tenderla, me he chocado con una estantería y una foto en la que estamos Api y yo con nuestra mejor sonrisa, ha caído estrepitosamente al suelo...

Una anécdota, sí, pero si tenemos en cuenta que yo acababa de escribir algo acerca de las señales del destino... pues la foto en el suelo me ha dado pánico, “¿se habría roto?”, ¡no!, sólo estaba fuera del marco, pero intacta. Si eso fuese una señal del destino... Api y yo nos mantenemos juntas e inalterables a pesar de las distancias transoceánicas. Pero no era de Api y de mi de quién yo iba a hablar aquí... sino del destino. La realidad es que, incluso a Api le confesé hace bien poco que creo en el destino, o si no en el destino, al menos sí en sus “señales”.

No sé muy bien cómo explicarlo, quizá es que aún me avergüenza un poco decirlo muy alto. Supongo que se puede resumir diciendo que, simplemente en los últimos años, las cosas que antes observaba y tachaba de casualidades – a pesar de tener mucho que ver entre ellas -, ahora más que puro azar, me parecen el destino.

El caso es que me he acordado del destino porque La Niña de los Cuentos se va. Ella, la primera persona a la que le confesé que creía en el destino, se va. Sus ojos enormes – los mismos que no me llamaron loca por creer en esas cosas – me lo dijeron ayer. Como tantas otras veces entre nosotras no hicieron falta palabras, sólo me miró y lo supe. Aún quedan unos días para su marcha (estoy contenta por ella, no se va lejos, y se que siempre estará conmigo), pero ya la echo de menos. Seguro que ahora nos vamos a ver incluso más, supliremos la cercanía con tiempo, pero ella no estará arriba, y yo no estaré abajo.

Hoy me ha mandado un mail. “Sé que te va a gustar – me decía – a ti te encantan estas cosas”. Y sí, me ha gustado. Me recordaba que cuando Varita – otro de los buenos – se fue a triunfar al norte, le dejó en herencia su cactus. La Niña de los Cuentos lo ha cuidado durante cinco largos años y el cactus ha estado siempre bien, recordando su presencia entre nosotras. Hace una semana, justo cuando ella se planteaba marcharse, el cactus, sin razón aparente, murió. Ella lo interpretó como una señal de que su etapa en el mundo paralelo había terminado, y finalmente, así ha sido.

Puede que se me esté yendo la olla, pero... Niña de los Cuentos, yo, como tú, también creo en el destino. Y si el destino es como el de la imagen de este post, y como el tuyo, un destino lleno de arte... me lo creo todavía más.

viernes, 22 de junio de 2007

Rumbo a Méjicos


Pues… que me vuelvo a marchar. Sigo practicando esa disciplina no olímpica de salto del charco, que a este paso la voy a bordar.

La peor parte se la está llevando la bata de cola, que está hecha una pena con tanto trajín, y el domingo para acabar de rematarla, vuelo en perraje. Quién me ha visto y quién me ve. Al final voy a descubrir qué se esconde detrás de las cortinas. Un horror, seguro.

No creo que pueda contaros nada hasta que vuelva. Este año no habrá serpiente emplumada, pero veremos si se puede cazar alguna otra especie.

No lloréis por mí. Estaré bien.

PD. Uno de los consejos que me han dado estos días, de alguien que conoce muy bien los entresijos del asunto: No te enamores allí. Por un lado, seguramente no tengas de quién. Y, por otro, las chicas duras no se enamoran en los viajes.
A ver.

martes, 19 de junio de 2007

En diferido con...


A pesar del fracaso de mi anterior y primer “en diferido con” vuelvo a intentarlo.
En esta ocasión, propongo a Don Emilio Butragueño.
¿Qué os sugiere?

Nunca digas nunca


No volveré a decir que de este agua no beberé. Quién me iba a decir a mí que a mi edad, y siendo yo la reina de las five stars, me iba a ver en el Alcampo frente a la estantería de las esterillas de cámping. Mirándonos cara a cara.
El saco -mi primer saco Chispas-, lo compré la semana pasada, pero dar el salto a la esterilla me costaba. Y ahí la tengo ahora en casa, azul y roja –colores de perdedor, ahora que lo pienso-, sin quitar todavía ni el plástico, como ajena a mí.
Espero que traiga manual de instrucciones.

domingo, 17 de junio de 2007

Vaya semanita (o el viaje de la risa)


Aviso, me ha quedado un post muuuuy largo, pero era tal la necesidad de compartir con vosotros las cosas que (me) pasan…

Hace un rato que he llegado a casa, después del viaje más largo de mi vida. Desde que salimos con las maletas recién masajeaditos del spa del Four Seasons de Maui han pasado 51 horas hasta que hemos aterrizado en Barajas. Ahora ya sé por qué besan las pistas de los aeropuertos los Papas. 50 horitas de aeropuerto en aeropuerto, de control en control (para que después en Los Ángeles no se den cuenta hasta el embarque de que llevamos los billetes cambiados y no coinciden con los nombres del pasaporte), de avión en avión, de sala vip en vip… pero esto os lo cuento más adelante.

Empecemos por el principio. Hace una semana estaba dejándome los tacones –literalmente, me cargué mis zapatos nuevos con el taconeo- en los bares de Latina, y echándome al alma alcohol de baja, media y alta graduación. Sin medida. Dándolo todo. Cuando me acosté eran las dos de la mañana. Sin la maleta hecha ni la ropa planchada ya intuí que iba a ser un lunes de dolor, pero cuando sonó el despertador a las cuatro y me ví en la tesitura casi me pongo a llorar. La resaca era de las de hacer época, pero aún así empuñé la plancha (me la jugué con Ufesa), metí todo en la maleta y tiré para el aeropuerto. Ahorro detalles de los vuelos porque no fui muy consciente de las 24 horas siguientes a facturar la maleta.

Luego Hawai es lo que es. Para empezar es Estados Unidos (juro haber perdido la cuenta de los controles que tuvimos que pasar). Aterrizas y te ponen el collarcito de flores de rigor (que me daba alergia) y desde que llegas hasta que te vas oyes millones de veces la palabrita Aloha. A mí desde el segundo día ya me cargaba, la verdad. Ahora puedo decir que hasta me jode oírla. Y le pasa lo mismo a Píer y Currupipi, que eran los otros miembros del spanishtím. Además, yo creo que por joder, te lo dicen con esa sonrisa falsa de “dientes, dientes, que es lo que les jode”. Y sí, pues nos jode.

Los aborígenes no son guapos, y tienen bigote. Bigote frondoso. Ellos y ellas. No sabría decir quién tiene más. Y allí hemos estado haciendo lo propio de esos lugares, comer, beber, disfrutar de las vistas, playa, piscinas, cuerpos bronceados (bueno de esto, así de forma literal sólo lo ha disfrutado Currupipi, que se ha pasado su estado civil por el forro del bañador), paseos en barco (donde estuve siete horas agarrada a la barandilla mirando al horizonte que tengo la silueta del relieve de la isla de Lanai metida en el cerebro), bailes tradicionales (la música es toda igual, un coñazo, y cada cuatro palabras meten un aloha, para que el turista reconozca algo y se sienta integrado en el circo), o ese momento chancla, en los que entre más de cien pares de cojo-zapatos que nos habíamos quitado todo el grupo porque el parqué de la villa era delicadísimo, sólo desaparecen mis sandalias y no hay forma de encontrarlas. Hasta que vemos que una chinurri finísima y riquísima, que calzaría diez números menos que yo, sale con ellas puestas chancleteando hacia la playa y yo detrás de ella. Y cuando le digo que haga el favor, me dice que es que le gustan mucho. Así, con su mejor sonrisa. Aloha.

Pero, sin duda, ha sido el viaje de la risa. Todos los días acababa con dolor en la boca de tanto reírme. Ya se sabe: los españoles, pobres locos, los exóticos del grupo. No entro en detalle porque no acabaría nunca, y además lo más ‘granao’ lo reservo siempre para contarlo en las barras de los bares. O de las terracitas, alguien se anima?

El viaje de vuelta merecería post aparte. Empezamos en el aeropuerto de Maui, donde dirigimos las conas a la sala vip. Y lo nunca visto: era peor estar en la sala que en los asientos de perraje. Así que nos salimos para fuera a mezclarnos con todos los guiris chancleteros que se iban para la capital, Honolulu, isla de exótico nombre. Aterrizamos junto a Pearl Harbor tras el vuelo más corto de nuestra vida: veinte minutos entre subir, volar y bajar. Y allí empezó nuestro Pearl Harbor particular. Había que confirmar nuestros asientos y nos dirigimos a un mostrador donde la señorita además de cardo, era fea y tenía un bigote, que ríase usted del de la Quadra. Mal rollito. El adefesio dice que no sabe nada pero que nuestros billetes pintan raro. Vamos a otra, sin bigote, a ver qué tal. Rollo zen. Y dice que sí, que sí, que nuestros billetes están cancelados, que eso pone en su pantalla. Yo casi me la como, me he puesto a teclear mi apellido directamente en su ordenador porque no me lo creía. Que no hay duda. Can-ce-lled-. Píer de todos los colores diciendo que imposible –no way-, y Currupipi y yo por detrás gritando, al más puro estilo de las hermanas de Puerto Urraco. Nos mandan a un tercer mostrador, y otra gorda con bigote, otro cardo. Pero quien al ver que los señores –o sea, nosotros- tenían unos billetitos de primera de a cinco mil y pico euros por barba (que no bigote) llama a la jefa, que amablemente nos explica que han cambiado de avión a otro más pequeño, y que no cabemos en primera. Que nos cambian de aerolínea, que sale seis horas más tarde, y que las maletas se las podemos ir encomendando a María Santísima. Y que Sayonara, babies. Si no llegan, reclamad a Hawaiian Airlines. Fuertes momentos de tensión, yo viendo pasar fotogramas de La Terminal por mi cabeza, y entonces… pues oye, que nos da la risa, vamos que nos empezamos a descojonar y a sacarnos fotos. Atrapados en Hawai, sin billete, sin asiento, en la otra punta del mundo…y Currupipi peinándose para la foto y quitándose las gafas. Tras los pertinentes controles de United Airlines –que yo no hacía más que acordarme de la películas de una de sus aeronaves estampándose contra las Torres Gemelas, y poniéndome en lo peor- vamos corriendo a por champán a la sala vip, y al entrar además de la tarjeta de embarque nos piden nuestra dirección de casa. Muy lógico. En Honolulu quieren saber dónde vivo. Y a mi me da por pensar que no será para mandarnos una postal en Navidad. Que en mi humilde opinión, verdad? nuestras maletas deben de estar volando rumbo a Pernambuco. A todo esto, son las nueve menos cuarto de la noche y el bar de la sala vip cierra a las 8.30 píem y me quedo sin champán. Y, mira, yo me puedo quedar sin maleta, pero no me quedo con sed. Así, que chicken que te crío. Al final, la jefa de personal me acaba trayendo un vaso de plástico tamaño colacao lleno de vino y me tumbo a bebérmelo en un sofá y entro en un profundo sueño. Hasta que oigo por megafonía nuestros nombres, y pienso, la jodimos, a ver qué pasa ahora. Pero no. Una amable señora, sin bigote, nos hace entrega a cada uno de un chequecito de 300 dólares para hacer uso en el próximo año en vuelos con Continental. Es la primera vez que me dan algo sin reclamar. Nos echan de la sala vip porque es tarde. Corremos hacia el avión que nos lleve, por fin, a Los Ángeles…

To be continued… que me estoy alargando mucho.

Resumiendo: El viaje ha sido divertidísimo, me he reído como hacía tiempo, y me he traído en la maleta algunas perlas como esos retazos de conversación con Píer. “A ver, Api, la dignidad pa’ qué la quieres? ¿Pa’ que te entierren con ella?”. Pues también.

PD. Aterrizo en Barajas y me llama el Maño, que ha venido a celebrar la victoria del Madrid y que quedemos esta noche. Bueno, literalmente me ha dicho: “Déjate de cansancios, ya me diste por culo una vez y no quiero que haya dos. Hace diez años que no te veo. La noche es larga. Hala madrid”. Cosas que pasan, pero creo que ésta va a ser que de las que no.
Feliz semana.

Volando voy

Chicos, Hawai existe; Yessssss
Despues de dos dias de vuelos estoy ya en Paris, donde he visto la primea conexion a internet de toda la semana

en media hora despegamos rumbo a barajas; y desde alli os contare

martes, 12 de junio de 2007

Sunday, sunday

Ayer domingo me vestí de camuflaje y me aventuré en esa selva urbana y humana también conocida como La Latina.
Allí me esperaban Api con su mejor bata de cola; Lauren Miguel, con sus gafas ahumadas, y también el Italiano Atípico y su chica, La Mar Salada, ambos ocultos tras sendas gorras. De tal guisa empezamos el viaje por lo que acabó siendo todo un domingo de emociones.

Las primeras fueron bohemias y un poco fuertes, todos comiendo en el volcán que, al final estalló, como era de esperar. Las siguientes fueron dulces, con sabor a la caña de azucar del mejor ron. Después nos metimos en la tasca y allí empezó el auténtico jaleo: Api sacó los tacones pa’ taconear; Lauren se acordó de su baila, baila, baila, bailarina; y yo me dediqué a sonreír a un chico muy majo con cara de vasquito y que resultó ser del mismo sitio que las galletas María, pero que me dijo “aupa” y a mi es que me dicen “aupa” y me vengo arriba, qué queréis que os diga.

Tras las bajas del Italiano Atípico y La Mar Salada (por motivos estrictamente profesionales) tiramos de banquillo (muy bien representado por el Metrosexual Errante), y dirigimos nuestros pasos hacia el bar de las brujas, donde tomamos la última porque ya no nos sirvieron más – ya no eran horas ni para ellas -, así que tras pedir su protección en el viaje que Api estaba a punto de iniciar, dimos el día por terminado.

Api, Lauren, Italiano, Mar Salada, Metrosexual, a mi antes no me gustaban los domingos, pero desde aquí os lo digo, con “sunday drivers” como vosotros, aunque tengáis encima todas las copas del mundo, yo, me la juego.


pd. juro que lo he escrito en lunes, es que me ha pasao como a la Cenicienta, que me ha dao la medianoche...

lunes, 11 de junio de 2007

Hawaiquéguay

Ya tengo la maleta casi cerrada. Me voy a Hawai, que son unas islas muy bonitas que además de salir en las películas espero que existan.

En cuanto tenga oportunidad os doy el parte, pero no garantizo nada, que con tanto trajín lo que necesito es desconectar. Me han dicho que nos van a dar unos masajes y unas clases de windsurf que vienen muy bien para airear el espíritu, y yo el mío le tengo agotado.

Marcho. Ciertamente expectante, por cierto.

sábado, 9 de junio de 2007

Blog-estrés


Se impone el blog. No sé si será algo pasajero como los pantalones pitillo o si esta forma de ‘desahogo’ –que en realidad muchas veces es un puro ahogo- se instalará definitivamente. Para quien no se haya lanzado a la aventura, y esté pensando en hacerlo, aviso a navegantes: el blog tiene su punto de esclavitud.

Por ejemplo, yo antes llegaba a las salas vips de los aeropuertos, me abría una cervecita, o dos, y una bolsa de aperitivos, o dos, y me dedicaba a leer los periódicos. O a observar a la fauna humana, que es menos cansado y también entretiene. Ahora entro y lo primero que hago es rastrear en busca de la zona de ordenadores, y lanzarme sobre el primero que veo libre. Seguimos hablando de ordenadores. Y allí empiezo a dar el parte. Y, al final, pues paso sed.

Porque, queridos lectores, escribir un post cuesta. Si a vosotros, a juzgar por los escasitos comentarios que nos dejáis, se os hace cuesta arriba teclear un breve y, si queréis, anónimo mensaje, para escribir un post entero se suda: hay que pensar el tema, pensar el enfoque, pensar el estilo… un no parar de pensar. Con lo que eso cansa. Y como además LaNegra se los trabaja que no veas, pues de puro curraos me deja a mí en muy mal lugar. Negra, en confianza, no pasa nada, en un alma pura como la mía el rencor no tiene cabida.

El caso es que esta semana me han propuesto que participe en otros dos blogs, con lo que tengo mis niveles de egobloguina disparados. Lo sorprendente es que se suponen sitios serios, de esos donde la gente escribe de forma mucho más sesuda que estos apuntes que voy dejando por aquí. Qué raro. ¿Por qué yo y mi frivolidad? Y, sobre todo, si mantener esto con cierta actualidad cuesta lo suyo… cuántas banalidades no necesitaré recrear para alimentar tres blogs. No way. Todo un reto. Sobre todo, el de explicarle a la Bossa que quiero dejar de ‘patrullar’ para escribir posts por los blogs.
Me agoto sólo de pensarlo. Creo que necesito vacaciones.

viernes, 8 de junio de 2007

Algo falla...

No hay duda. Porque Hacienda dice que soy rica y que les tengo que pagar yo a ellos y no ellos a mi. El caso es que me he puesto a hacer cuentas y a ellos puede que sí, pero a mi, no me cuadran.

El año pasado me gasté un pastón en el alquiler de mi casa de 40 metros (en realidad son 38, pero es que si lo digo todo el mundo me gasta “la broma de la ministra”), pero aunque soy menor de 35 años... resulta que gano más de lo que la Comunidad de Madrid considera que debo ganar para que eso me desgrave. Además, el año pasado también se me rompió el coche. Vivo en un pueblo, lo necesito, y blablabla, total, que con lo que tenía ahorrado me tuve que comprar un coche nuevo. Consecuencia del pastón en alquiler y de mi flamante carrito verde es que mi cuenta vivienda el año pasado haya engordado muy poco (muchísimo menos que yo misma), así que... tampoco me desgrava. Y aunque me retienen casi un alquiler todos los meses, según me aclaró el argentino guapo que me hizo la declaración, “aún es poco”. Total, que aunque eso no me lo dijo, él también pensó que soy rica.

Y claro, esto me ha llevado a mi a pensar en las solteras de oro y su leyenda y tal y cual. Y digo yo, que el caso es que a mi tampoco me importa ser rica, ni mucho menos, pero entonces... ¿cómo es no tengo a quién decirle aquello de “moreno mío, nadie como tú me sabe hacer café”?

No sé qué os parece a vosotros, pero yo estoy convencida de que algo falla...

miércoles, 6 de junio de 2007

En diferido con...


Voy a inaugurar una nueva sección en el blog. En ella voy a proponer un personaje, y me encantaría que enviarais las preguntas que os gustaría hacerles.

Para empezar, nada mejor que ese gran cañón de la cinematografía española llamado Alberto San Juan.


Gracias a todos por vuestra inestimable colaboración. Luego no queramos que cuente cosas que pasan.

martes, 5 de junio de 2007

Literatura express


Se titula "Portero automático", y el autor es Guillermo Lago.

-¿Sí?
-Yo.
-¿Ya?
-Sí.

lunes, 4 de junio de 2007

Echarse al monte, tirarse al barro


El sábado me eché al monte, en sentido literal. Me levanté al alba y cuando tuve la mochila preparada me fui para la estación. El autobús hacía tres paradas, pero desde la primera lo vi claro. Salvando algunas distancias, aquello era una especie de Meetic sobre ruedas. Había unas cuantas parejas de amigas –como la Sevilla y yo-, y unos cuantos tíos y tías solos y solas.
Empezamos la ruta, la Sevilla en un alarde de poderío tiró para adelante (no sé qué oscuros intereses la llevarían a ir siempre en grupo de cabeza) y yo a los tres metros de ruta ya estaba ‘entablando’ con uno de los solos. La marcha continuaba y poco a poco se iban haciendo grupitos. Algunos variaban de tertulia; se picoteaba de unas y otras conversaciones. En función del interés te ibas quedando atrás o apretabas el paso en busca de otras temáticas más interesantes. La verdad es que la mayor parte de la jornada estuvimos hablando con dos de los ‘solos’. Y ya en el autobús de vuelta como yo era ‘miembro no fichado’, la organizadora me pidió el mail para enviarme las actividades previstas. El caso es que ayer, mientras me curaba las agujetas en el sofá, estuve dándole vueltas a hacer un post sobre el tema ‘ir al monte a ligar’, el rollo ‘gente sana’ y esas cosas… Y en esas estaba cuando hoy por la mañana llego al trabajo, abro el correo y ¡tachán! tenía bonito mail de uno de los ‘solos’ que, como me explicaba, “había captado mi dirección en el autobús”. Al vuelo. Dos mails después me ha mandado una canción de Tom Waits mientras deja abierta la posibilidad de irnos a escalar volcanes a Costa Rica.

Aunque lo mismo he entendido mal el mail y leo lo que no hay. No sé, no?

PD. El de la foto es el Paricutín, donde espero hacer cumbre en menos de un mes.