viernes, 29 de agosto de 2008

Me la juego con Spanair

A mí la cosa del volar no me gusta desde hace muchos años. Temo especialmente ese momentico tan delicado del despegue cuando parece que el avión no puede levantar el culo. Pues bien, hoy marcho a Menorca con Ndru, y volamos con Spanair, asi que supongo que saldremos por la famosa pista 36L. Procuraré meter las manos en un cubo para no empapar la alfombrilla del suelo del avión.

jueves, 28 de agosto de 2008

La lucha de clases

Hay días que, cuando llego a currar, pienso que si el difunto Marx levantara la cabeza se volvía al hoyo derechito. Que en el siglo XXI siga habiendo gente dispuesta - por voluntad propia y yo diría que incluso con gusto – a ser el vasallo de un señor del tres al cuarto, me sigue pareciendo, cuando menos, sorprendente. Y cuanto más lo pienso, más creo que la única diferencia entre el feudalismo y la época actual, es que al siervo ahora le llamamos Smithers .

El Smithers de mi empresa es el segurata de la puerta (también conocido como “El Ídolo”). El tío vale para todo: lo mismo te riñe por fumar en la puerta, que te monta unas sillas o controla el aire acondicionado. Una joya que, a veces, hasta vigila la puerta y controla las visitas. Lo peor es que ni el susodicho está en nómina – vivan las subcontratas –, ni su señorito es siquiera el equivalente del Sr. Burns sino, concretamente, uno de sus familiares políticos (cuñaaaaaaaoooo).

El caso es que a la familia política de Burns se le ocurrió la brillante idea de montar una especie de túnel de lavado en el garaje del edificio (túnel que consiste en un inmigrante, un grifo, un desagüe, jabón robado, y una cuerda llena de trapos secando a modo de tendedero gitano), pero la gestión del invento corre a cargo de “El Ídolo”. Él se encarga de organizar los turnos, robar el jabón de la cocina y buscar nuevos clientes cuando el negocio decae.

El martes, mi segundo día después de la rentrée, llego a currar y, una vez más – y ya iban cinco – me encuentro con que no puedo aparcar porque la cola de coches del túnel de lavado, me lo impide. Tal fue mi descontento que, al subir, no pude menos que mostrarlo frente al gerente. Resumiendo: le dije al Ídolo que me estaba empezando a cansar y que a ver si le decía al personal que no dejaran el coche en fila como si esto fuera un restaurante con aparca.

Y él, en otro de sus momentos inenarrables, me mira, me sonríe y me dice: “ay, ¿no podías aparcar?, es que no tengo cámara y no lo veo?”. A lo que yo respondo: “da igual Ídolo, yo esto ya te lo he dicho más veces, y seguimos igual”. Y él contesta: “es que el coche es de un jefe”. En este punto yo, además de preguntarme cómo sabía que el coche era de un jefe si no lo estaba viendo, me indigné, y le solté un: “¿qué es de un jefe? ¿y a mi qué?”, que si llega a ser un dardo envenenado acaba con sus huesos en el suelo.

Que no hay vasallo sin señor, es una gran verdad, pero de igual forma, sin vasallos no habría señores. En un libro autobiográfico que he leído en vacaciones, la autora cuenta que cuando ella era pequeña, en su casa trabajaba como sirvienta una joven comunista que siempre repetía que a la primera criada y a la primera señora tendrían que haberlas ahorcado juntas, frente a frente, para evitar todo lo que vino después.

Cuando el martes el Ídolo me dijo eso, con esa cara de servilismo baboso que pone al decirlo, lo vi claro: dos árboles, dos horcas, y él y su señorito frente a frente. A la mierda la lucha de clases. Y que Marx me perdone.

jueves, 21 de agosto de 2008

He vuelto a hacerlo

No soy yo de hacer listas de buenos propósitos a principios de año o de curso, pero esta vez he sucumbido. Con los ojos infectados de ver tanto cuerpo serrano este veranito ayer decidí apuntarme a un gimnasio. De esos que en media hora te limpian la conciencia y te llenan de agujetas.
Iré contando progresiones, en caso de haberlas.

viernes, 8 de agosto de 2008

¡¡VIVAN LOS NOVIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOS!!


Bueno... pues no sé si acertaremos exactamente con la fecha, pero seguro que andamos bien cerca :-)

Estimado Hombre Que Rasguña Desde Muy Muy Lejos... que sea usted muy feliz.

Con nuestros mejores deseos
Api & LaNegra

pd. durante unos días del mes de agosto permaneceremos cerrados por...
¡¡¡¡VACACIONES!!!!

jueves, 7 de agosto de 2008

Intimidad

Nunca he sabido si soy tímida. Creo que no demasiado, al menos para relacionarme, aunque quizá es sólo porque para mi la vergüenza es otra cosa. Soy capaz de decir la palabra follar cien veces seguidas sin sonrojarme y también de esconderme porque por el pasillo de la oficina viene un chico que me gusta y me he puesto roja. A todo esto, of course, el tío no tiene ni idea de que yo tengo el más mínimo interés en él, vamos, que ni se entera si me pongo roja o verde oscuro, ni de por qué mis amigas se descojonan de mi. El caso es que el otro día salí pronto de currar y vi una cosa en la tele, que me hizo pensar en la intimidad, o al menos en lo que yo considero intimidad.

En el programa, que se llama algo así como Mujeres y hombres y viceversa. Es el típico de estos de citas. Un chico (al menos en el cachito que yo vi) tiene varias citas con varias chicas y debe decidirse por una. Por lo poco que aguanté, me parece que incluso va eliminando por programas en plan mundial de fútbol, hasta llegar a las dos finalistas. Supongo que en versión tía también existirá – y si no, a la ministra van – y alguna mujer con menos vergüenza que yo, elegirá entre cuatro tíos delante de las cámaras.

Lo soporté unos cinco minutos. No, no os confundáis, no fue porque el programa sea puritita telebasura, qué va - me doblo muchos Dónde estás corazón? sin problema -, la razón de que no pudiera soportarlo fue que empecé a sentir vergüenza. Las cámaras estaban delante cuando el tío o las tías, decían las típicas cosas cursis que se dicen cuando te estás ligando a alguien y que yo sólo soy capaz de decir a un tío en puro, absoluto y privado directo. De repente me imaginé a mi misma grabada por una cámara cuando se me pone “ese tonillo” y sentí tanta vergüenza que cambié de canal.

A ver, que no es que yo no lo diga, ni que me parezca mal que lo digan los demás. Es sólo que yo eso se lo digo al interesado y punto. No siempre me pasa, pero sí me ha pasado alguna vez que si un tío me gusta mucho me pongo caramelito completa – no sé si me explico – pero lo hago porque es algo como... como ajeno a mi. Es como si la del caramelito fuera otra y no yo. Tampoco me importa, ya he aprendido a no asustarme cuando Candy Candy habla a través de mi boca, es sólo que no me gusta que lo oiga nadie que no sea el interesado o – inevitablemente – yo misma (aunque creedme que muchas veces no me importaría ahorrármelo).

Para mi eso es super íntimo. Tanto o más que contar qué he hecho en la cama con un tío. Es algo que no me gusta contar. Puedo contar que follamos, alguna vez he llegado a contar – sólo en momentos de auténtica confesión – cuántos polvos cayeron aquella vez, pero no cuento qué hice ni cómo. Eso es cosa mía y del contrario, y lo que yo le diga al oído o a gritos, que lo mismo da, también.

Por eso cambié de canal. Porque mi intimidad es mía, y viceversa.