jueves, 13 de septiembre de 2012

Desayuno con diamantes

Bueno, parece que ya llega, parece que - si el tiempo y la autoridad no lo impiden - en 9 días estaré en Madrid.


De visita claro, podría ser precioso, pero de momento es sólo bonito.

El caso es que estaba hoy desayunando y de pronto me ha venido a la cabeza "cuando vaya a Madrid voy a ir a desayunar al Vips, como una reina".

Un desayuno francés. Esto no lo he pensado, pero es parte del placer. Desayuno francés con café solo, el croissant a la plancha y un extra de zumo de naranja y papaya, y el periódico claro, pero ese no entra en el precio.

Pensaréis que es una tontería, que bares y croissants a la plancha hay en todas partes y que si el zumo no lleva papaya tampoco es el fin del mundo. Pensaréis además que al final – no sé si conocéis la sensación, pero así es - hasta en el Vips te miran raro cuando comes o, sobre todo – fenómeno inexplicable -, cuando desayunas sola. Pero no... eso en un pueblo no lo puedes hacer.

Aquí te mirarían más y más raro; si el bar fuera conocido - y para sentir placer irías a uno que te gustase, luego a uno habitual – al verte el camarero te daría charla para que no te sintieras sola y, si no, la catástrofe: entraría algún conocido que te diría aquello de "¿qué? ¿ te estás tomando el café sola?" y acto seguido pediría un con leche mientras se sienta a tu vera arruinando toda posibilidad de disfrute.

Así que, ladies and gentlemen, madames et monsieurs, señoras y señores, no sé exactamente cuál, pero un día en un futuro muy muy cercano, voy a entrar en un Vips, me voy a comprar el periódico y luego me voy a atrincherar en una mesa de las abrigaditas, donde ves mucho y se te ve poco, a disfrutar de un desayuno absurdamente caro para su calidad y deliciosamente anónimo para mi disfrute.


Pd. acabo de descubrir, mientras escribía, porque el croissant untado en un café en vaso de cartón en manos de Audrey Hepburn tenía tan buena pinta…

jueves, 10 de mayo de 2012

¡¡Díos mío, esto es un infierno, no siento las piernas!!


No, esta vez no han sido ni Stallone ni Pepelu... El último en pronunciar esta frase ha sido un “joven de origen africano” – un negro de toda la vida – que ha sufrido en sus carnes cómo la ya conocida como “la ninfómana de Munich” volvía a las andadas.

Hace unos días leí, oí o vi – no lo recuerdo exactamente – una noticia en la que contaban que un hombre había llamado a la policía para que le rescatara de las garras de una mujer a la que había conocido en un bar y le estaba obligando a follar sin parar (bueno, vale, en la noticia decían “mantener relaciones sexuales”). El caso es que, incapaz de seguir su ritmo y ante el acoso de la mujer, después del octavo el hombre se refugió en el balcón y llamó a la poli para que le sacaran de allí.

Un trago, sin duda. Los ocho polvos (“sin sacarla”, como dijo aquel) con los que todo el mundo sueña, para disfrutarlos, para presumirlos o para ambas cosas, acabaron convertidos en pesadilla y - me temo que ni el humor alemán le salvará de ello - en el hazmerreír nacional, europeo… y quién sabe si mundial.

El caso es que hoy una compañera me manda por correo una noticia con este titular:
La ninfómana de Munich vuelve a las andadas
La Policía tuvo que rescatar a un joven africano al que obligó a tener sexo durante 36 horas seguidas y que encontraron frente al portal desnudo y llorando”.

Parece que esta vez la ninfómana de Munich (no me digáis que el nombre no suena a peli de nazis y campos de concentración) quiso probar el mito del hombre negro. Y no sabemos si confirmó lo que todos estamos pensando, pero parece que la negra (sí, somos superiores ;-P) supera en resistencia a la raza aria, porque casi acaba con él, es cierto, pero esta vez, el chico pudo escapar cuando ella “por fin cayó rendida” (el periódico dixit).

Al parecer, esta vez la policía no lo encontró en el balcón, sino en la calle, enfrente del portal de la mujer, en pelotas y desconsolado. Según el Daily Mirror (y El Correo, que es donde lo he leído yo), sus “declaraciones” a los agentes fueron:
“Ella me invitó a venir a su casa. Dios mío, era un infierno. No puedo caminar, necesito ayuda”.




Pd. Recomiendo encarecidamente la lectura de la noticia de El Correo, el uso del adjetivo de Eva Molano (la periodista que lo firma) me parece una obra maestra, desde hoy mismo soy super fan suya :)
http://www.elcorreo.com/alava/20120508/mas-actualidad/sociedad/ninfomanamunich-201205080911.html