lunes, 31 de marzo de 2008

Cambiar de vida

¿Alguna vez habéis pensado en cambiar de vida? Yo sí. Mi plan de cambio de vida es sencillo: me vuelvo al pueblo y me pongo a vender cortinas. Tengo una propuesta en firme así que… nunca lo descarto del todo. Mientras sigo por aquí, haciendo más o menos lo mismo cada año.

Os cuento esto porque el otro día estaba yo – como muchas veces – escuchando la radio, cuando llama una tía para preguntar qué tiempo iba a hacer el fin de semana en la zona de levante. Ahí es donde todos pensamos que la chica en cuestión se iba a la playa y quería saber si le iba a llover. Pero hete aquí que no. Resulta que la piba se echó un novio hace un año y él decidió cambiar de vida, y… ella con él. Ambos habían dejado sus trabajos, vendido todo lo que tenían e invertido el dinero conseguido en comprar un barco para vivir en él mientras recorren el mundo. Para empezar, el Mediterráneo, y de ahí… a la mar océana. O sea…

A mi me resultó muy curiosa la llamada por tres cosas. La primera, porque oyendo cómo lo contaba, no me quedó muy claro si estaba loca por echarse al agua o sólo colgada por el colgao del barco. La segunda, porque me pareció curioso que a la tía le preocupara el tiempo cuando, tres palabras después, confesó que no había montado en barco en su vida y que no tiene ni idea de navegar. La tercera, que esto lo escuché justo unos días después de que mi ex me contara que él también cambiaba de vida (al menos por una temporada), dejaba el curro y se metía en un barco, en su caso, para cruzar el Atlántico y acabar de mochilero recorriendo Brasil y sus sambódromos.

Y pensando todo esto, me planteé yo estos interrogantes:
- ¿sería yo capaz de dejarlo todo para seguir a un tío por el mundo?
- ¿sería yo capaz de echarme un año al mundo en plan Labordeta?
- ¿sería yo capaz de irme a mi pueblo a vender cortinas?

Sigo sin respuestas a estos interrogantes. Mientras, para hacer como que cambio de vida, he hecho otra cosa: me he puesto a régimen. Y al gimnasio… al gimnasio me apunto mañana ;-P

jueves, 27 de marzo de 2008

No, las cabinas no eran esto


Desde que nos han integrado con todos nuestros nuevos amiguitos de trabajo, estoy observando nuevas tendencias en la gente. Si el otro día hablábamos de lo que le gusta al personal ir al baño con el periódico o incluso con las páginas que luego tendrán que leer, por decir algo, sus compañeros… hoy voy a comentar una tendencia que aquí empieza a ser mayoritaria. A ver, sin ánimo de ser escatológica, ¿a qué va la gente al baño? Pues como dirían los conductores de autobuses en Guatemala, a hacer un 1 o un 2. Pues no, aquí la gente va al baño a hablar por el móvil. Tú vas y mientras esperas en el lavabo cruzando las piernas oyes cómo la gente se dedica a hablar que si fíjate, que el otro día me ha dicho fulanito, o que menganita viene siempre tarde y …

Y, claro, luego cuelgan, y sorprendentemente tiran de la cadena y salen con cara de a ver que pase la siguiente. Estoy por hablar con Telefónica, porque yo creo que es una clara carencia de uso de cabinas, y yo con tanta carencia cualquier día me voy a mear encima.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Será que ya es primavera…

Que cantaba Rafaela…
Tiene que ser. Porque en lo que llevo de día un tío macizo me decía por el messenger - sin yo preguntarle - cuál es su colonia preferida y añadía el dato de la que lleva hoy poniéndome en bandeja amenazarle con olerle en un ratito (concretamente media hora después en el bar de abajo). Un poco después, otro tío – viejo conocido, eso sí – proponía (también por el Messenger) echar un polvete esta tarde, para que el vía crucis vacacional sea más relajadito y tal (lástima que me voy de viaje en media hora). Y mientras todo esto pasaba… yo le hacía ojitos a un tercero con el que me sonrío últimamente… éste, por fin, en directo.
Y, a qué negarlo, a mi esto no me pasa a diario. Ni siquiera mensualmente. Esto va a ser la primavera…

martes, 18 de marzo de 2008

Adivina, adivinanza


Como para gustos colores, imaginaos que os da por tocar la gaita. Una afición como otra cualquiera. Una gaita rotunda, de sus buenos quince litros de aire. Pero para tocar hay que practicar… Aquí viene la pregunta, ¿dónde iríais a ensayar sin peligro de que os majen a palos por terroristas de la urbanidad? El sábado lo vi con mis propios ojos. Dos horas después allí seguía. Pero sin molestar.

jueves, 13 de marzo de 2008

No soy profesional

Me acaban de dar la tarjeta Iberia Plus Oro. Lo que viene a decir que en el último año he hecho unos cuantos, muchos más bien, vuelos con aerolíneas de la alianza Oneworld. Y además da la ingrata casualidad de que todos han sido por trabajo. Cuento esto porque repasando un artículo de The New York Times (en realidad es una traducción que viene en El Paìs de hoy) leo que “los viajes de trabajo multiplican las tentaciones”. Cuentan que a los directivos empresariales europeos les gusta divertirse y se da el caso echar una canita al aire, aprovechando que están fuera de casa, y que en esta vida no todo va a ser trabajar. Al parecer la estrategia de muchos es: “lo que pasa aquí, aquí se queda”. El artículo está salpicado de declaraciones: “Perteneces al mismo sector, asistes a las mismas ferias, y es entonces cuando ocurre”, “Todo el mundo se acuesta con alguien. Es divertido y triste”, “Lo haces una vez y sales airoso. Lo repites y entonces te parece bien”, “Te miraban mal si decías que estabas cansado. Era un tabú. Te consideraban un aguafiestas. En un viaje de negocios, tienes que participar, estés soltero o casado”.

Y a mi me ha venido a la mente una escena el otro día en el aeropuerto de Miami, cuando me puse a hablar con Pier (que hacía escala unos días en México y por tanto nos despedíamos allí después de cinco intensos días) y me dijo que no iba a volverme a invitar a un viaje de trabajo “porque no soy profesional”.

Sí, porque según sus palabras no me había quedado de copas por la noche, y en la fiesta del último día en Miami Beach no me quise tirar vestida a la piscina. Cosa que es verdad. Pero a ver. Yo fui, hice el trabajo que tenía que hacer, asistir a todas las presentaciones, hacer las entrevistas, sonreír al presidente mundial de la firma y cantar las alabanzas de las novedades… si da la casualidad de que la otra persona que nos acompaña en el viaje es, por decirlo de forma suave, insoportable… ¿no tengo bastante con hacer mi trabajo y además estar permanentemente fingiendo estar fenomenal de las nueve de la mañana hasta las doce de la noche? Al parecer, no. Aquí se abre un debate.

Y, por otro lado, a pesar de viajar y viajar, y de algún cuerno que otro, que levante la mano el que no los ha puesto, nunca me he liado con alguien en un viaje de trabajo (puedo prometer y prometo). Y me sigue pareciendo regular que alguien me cuente “lo mucho que da de si el antifaz que te dan en los vuelos intercontinentales y dos cinturones de albornoz” cuando ha dejado a su marido/mujer haciendo malabarismos con los horarios para cuidar a los chavales, o el “es que mi marido/mujer ya no me quiere”, o el “es que es mi amor platónico del sector x, y es que la tía me está poniendo las tetas en bandeja”.

Aunque hubo un tiempo en que pensé que nunca lo iba a decir, estoy ciertamente hasta las narices de los viajes de trabajo. Que se ven como un regalo, como unas vacaciones… y al final te pasas la semana de antes adelantando trabajo, la de después igual, y la de mientras… aguantando capullos/as que te cuentan lo estupendos que son ellos y sus parejas “y que fíjate ese de ahí, que total Madrid está tan lejos, y lo que aquí pasa, aquí se queda”. Yo más bien llevo unos cuantos viajes echando de menos lo que se ha quedado en Madrid y en el pueblo, pero oyes, que eso no es profesional y además no lo puedes contar, qué le vamos a hacer. Llamadme rara.

Añado aquí otra frase del artículo del New York Times: “Estar fuera de casa da a la gente carta blanca para ser otra persona”. Lamentable.

PD. Ayer dije no a un viaje por Panamá (ya no habrá más selvas de la serpiente emplumada) y hoy he medio esquivado uno a Nueva York. Prefiero seguir con lo que hago, y eso sí, el mes que viene parto de vacaciones a la romántica Estambul con el Tigris, quien, por cierto, está en Alemania de viaje de trabajo.

martes, 11 de marzo de 2008

¿Durmiendo con el enemigo?

Por razones profesio- nales al principio y personales al final, durante la campaña he estado muy pendiente de un blog en el que Willy, el reportero de Pecado Original - ¿os acordáis? -, bajo el sobrenombre de ZiberWilly,seguía a los políticos de acá para allá intentando ver su lado más "amable" (en un momento sin precedentes llegó a conseguir lo que mi madre nunca ha logrado, que el sr. Michavila me haga sonreír ¡¡a mi!!). El caso es que en las idas y venidas de ese blog se planteó una cosa que a mi me dió que pensar... ¿qué pasa cuando tu pareja es del "bando enemigo"?

Yo me pronuncié rápido. No pasa nada, si - como creo que hay que hacer - respetas todas las opiniones ¿qué más da que tu contario sea, efectivamente, de los de enfrente? Todo sería cuestión de hablar civilizadamente y, si no se puede, pues no hablar de política, que la cama permite hacer cosas mucho más interesantes, dónde va a parar.

La gente después ya opinaba que si los hijos, la educación, la sanidad... ya sabéis cosas profundas. Visto así, pues sí... sería difícil, aunque yo que soy una rendida amante de las causas perdidas, lo intentaría (pariendo en la seguridad social y llevando a mis hijos a una escuela pública, of course ;-), pero es cierto que no debe ser fácil.

Todo esto se discutía la semana pasada, pero hoy, no sé por qué, el tema me ha vuelto a la cabeza y de pronto me he imaginado a mi misma en la cama con un votante del PP (alguno ha pasado, soy super tolerante ;-) y claro me ha dao la risa. Tan difícil que parecía todo la semana pasada, y tan sencillo ésta: mi Gaspar tocado y hundido, y su Mariano... pues igual.

¿Veis?... si al final hay poquitas cosas que no se arreglen en la cama....

miércoles, 5 de marzo de 2008

Un ciudadano modelo

Por razones que ahora no vienen al caso (como nos pille un inspector de trabajo se va a cagar la culebrita) mi amiga Meripeich se ha visto obligada esta mañana a buscar una cosa en la salida de seguridad de la tercera (y última) planta de la oficina. Quede claro de antemano que ella lo ha hecho con el beneplácito de nuestro director de seguridad en funciones, por lo que, ni corta ni perezosa, ha accionado la manilla y se ha introducido en el descansillo de la escalera de emergencia. Con tan mala suerte, que la puerta se ha cerrado tras ella y se ha quedado encerrada. Después de un primer momento pánico - ese que todos hubiéramos tenido – ha decidido lanzarse a la acción; vamos, que se ha puesto a gritar, “ayudadme, por favor, que me he quedado encerrada”.

Mientras lo gritaba, al otro lado de la puerta oía alto y claro la voz de un compañero hablando por el móvil. Como por más que gritaba y pedía ayuda, Mr. Smiley parecía no darse por aludido, Meripeich se ha recompuesto y ha cambiado de táctica. Con éxito, porque, como era de esperar, al final de la escalera de emergencia... estaba la calle. Así que, una vez fuera de la trampa, se ha armado de valor – y del director de seguridad en funciones – y ha vuelto a subir para coger lo que tenía que coger.

Al llegar arriba se han encontrado con que, junto a la puerta, seguía Mr. Smiley con su eterna simpatía: “¿Qué tal Meripeich? ¿Sabes que esa puerta no se puede abrir?”. Después de flipar y pensar “¡¡¡¡¿¿perdona??!!!!”, Meripeich le ha contestado: “claro Mr. Smiley, lo sé – eso y leer también - pero es que tengo que coger algo de ahí dentro”. Y él ha insistido: “ya pero es que esa puerta no se puede abir”. Entonces, no sin cierto susto, ella ha formulado la pregunta del millón: “¿me has oído cuando pedía ayuda?”. A lo que Mr. Smiley ha contestado: “claro, gritabas muy alto”. “¿Y no me has abierto?” – ha flipao ella – “es que esa puerta no se puede abrir, lo pone en el cartel” – ha dicho él.

Un ciudadano modelo. Eso es lo primero que he pensado cuando Meripeich me lo ha contado. De los que no quedan. De esos que ven un cartel y lo respetan. De esos que ven a alguien ahogarse y no se tiran porque al lado del muelle hay un cartel donde se lee: “prohibido el baño”.

lunes, 3 de marzo de 2008

Viaje en el tiempo

O “¡vamos chavales! (que vosotros podéis)”.

Está complicao, no creáis. Porque yo no quería verlo. Bueno, vale, sólo la presentación a ver si Mariano se había cambiado la corbata (y no, ¿eh?, sigue con la de la suerte). Olga mucho mejor que Manuel, por cierto, más suelta. Y ellos... cómo están los chavales. A Zapatero le ha faltao dar un par de saltitos en plan Poli Díaz antes de entrar en combate, y Rajoy parecía La Pantoja, “dientes, dientes, que es lo que les jode”. Me ha dao la risa, y hasta he estado tentada de seguir, pero no. Me he ido a hacer la cena – con ellos de fondo eso sí – y luego he cambiado. Pero cuál ha sido mi sorpresa, la serie mala no estaba.

Con vuestro permiso, me voy a cagar en la contraprogramación televisiva, hoy concretamente en la de Antena 3 TV. Vamos a ver... cuando se hace una apuesta, hay que jugársela hasta el final. Que decidieron no poner el debate. Bien. Perfecto. España es un país libre. Las audiencias debe ser que no. En lugar de la serie mala de los lunes, con sus niñatos macizos que se tiran a sus profesoras no menos macizas, en su lugar, digo, han colocao un especial de famosos cantando karaoke. Y yo, que queréis que os diga, para ver a la Terremoto de Alcorcón cantar a Alaska y a David Civera destrozar a (la gran) Lola Flores, pues para eso... para eso pongo CSI. Pero ver a un tío decapitado al que le apretaban las tripas mientras te comes una pizza con una pinta bastante lamentable, pues... mal. Así que he vuelto a cambiar.

De pronto he viajado en el tiempo. Rajoy hablaba de terrorismo (¿esto no lo habíamos oído ya?) y he vuelto a cambiar. Pero nada. O CSI o destroza-canciones, a elegir. También tengo la CNN, pero me ha parecido too much. A cambiar. Nuevo viaje en el tiempo. Zapatero contando que sacó a las tropas de Irak y que esa “fue la primera decisión que tomé como presidente” (¿esto no lo habíamos oído también?).

Total, que tanto viaje en el tiempo me ha contagiado y aquí estoy, escribiendo un post con el debate de fondo, no vaya a ser que me pierda algo. Me vuelvo a tragar el debate (y van dos).

Aunque ahora que lo pienso... creo que esta vez ahí se quedan. Yo me voy con Harry, que me pone más.