jueves, 13 de marzo de 2008

No soy profesional

Me acaban de dar la tarjeta Iberia Plus Oro. Lo que viene a decir que en el último año he hecho unos cuantos, muchos más bien, vuelos con aerolíneas de la alianza Oneworld. Y además da la ingrata casualidad de que todos han sido por trabajo. Cuento esto porque repasando un artículo de The New York Times (en realidad es una traducción que viene en El Paìs de hoy) leo que “los viajes de trabajo multiplican las tentaciones”. Cuentan que a los directivos empresariales europeos les gusta divertirse y se da el caso echar una canita al aire, aprovechando que están fuera de casa, y que en esta vida no todo va a ser trabajar. Al parecer la estrategia de muchos es: “lo que pasa aquí, aquí se queda”. El artículo está salpicado de declaraciones: “Perteneces al mismo sector, asistes a las mismas ferias, y es entonces cuando ocurre”, “Todo el mundo se acuesta con alguien. Es divertido y triste”, “Lo haces una vez y sales airoso. Lo repites y entonces te parece bien”, “Te miraban mal si decías que estabas cansado. Era un tabú. Te consideraban un aguafiestas. En un viaje de negocios, tienes que participar, estés soltero o casado”.

Y a mi me ha venido a la mente una escena el otro día en el aeropuerto de Miami, cuando me puse a hablar con Pier (que hacía escala unos días en México y por tanto nos despedíamos allí después de cinco intensos días) y me dijo que no iba a volverme a invitar a un viaje de trabajo “porque no soy profesional”.

Sí, porque según sus palabras no me había quedado de copas por la noche, y en la fiesta del último día en Miami Beach no me quise tirar vestida a la piscina. Cosa que es verdad. Pero a ver. Yo fui, hice el trabajo que tenía que hacer, asistir a todas las presentaciones, hacer las entrevistas, sonreír al presidente mundial de la firma y cantar las alabanzas de las novedades… si da la casualidad de que la otra persona que nos acompaña en el viaje es, por decirlo de forma suave, insoportable… ¿no tengo bastante con hacer mi trabajo y además estar permanentemente fingiendo estar fenomenal de las nueve de la mañana hasta las doce de la noche? Al parecer, no. Aquí se abre un debate.

Y, por otro lado, a pesar de viajar y viajar, y de algún cuerno que otro, que levante la mano el que no los ha puesto, nunca me he liado con alguien en un viaje de trabajo (puedo prometer y prometo). Y me sigue pareciendo regular que alguien me cuente “lo mucho que da de si el antifaz que te dan en los vuelos intercontinentales y dos cinturones de albornoz” cuando ha dejado a su marido/mujer haciendo malabarismos con los horarios para cuidar a los chavales, o el “es que mi marido/mujer ya no me quiere”, o el “es que es mi amor platónico del sector x, y es que la tía me está poniendo las tetas en bandeja”.

Aunque hubo un tiempo en que pensé que nunca lo iba a decir, estoy ciertamente hasta las narices de los viajes de trabajo. Que se ven como un regalo, como unas vacaciones… y al final te pasas la semana de antes adelantando trabajo, la de después igual, y la de mientras… aguantando capullos/as que te cuentan lo estupendos que son ellos y sus parejas “y que fíjate ese de ahí, que total Madrid está tan lejos, y lo que aquí pasa, aquí se queda”. Yo más bien llevo unos cuantos viajes echando de menos lo que se ha quedado en Madrid y en el pueblo, pero oyes, que eso no es profesional y además no lo puedes contar, qué le vamos a hacer. Llamadme rara.

Añado aquí otra frase del artículo del New York Times: “Estar fuera de casa da a la gente carta blanca para ser otra persona”. Lamentable.

PD. Ayer dije no a un viaje por Panamá (ya no habrá más selvas de la serpiente emplumada) y hoy he medio esquivado uno a Nueva York. Prefiero seguir con lo que hago, y eso sí, el mes que viene parto de vacaciones a la romántica Estambul con el Tigris, quien, por cierto, está en Alemania de viaje de trabajo.

8 comentarios:

LaNegra dijo...

Pues sí, de profesionales está el mundo lleno al parecer... y la mayoría serán de los que votan a los defensores de la familia...

pd. Si lo de los cuernos es ponerlos... yo puedo levantar la mano. Si es colaboración necesaria en que otro los ponga (aunque, la verdad, siempre he pensado que ese no era mi problema, sino el suyo), entonces soy reincidente.

Anónimo dijo...

pues yo levanto la mano porque nunca he puesto los cuernos. soy así de rara, una bicha pero fiel. seré tonta? mira que he hecho viajes y viajes pero a mí lo de salir de copas me da no-se-qué porque siempre la gente acaba haciendo mamarrachadas y luego tienes que verle el careto al día siguiente

pero vamos, renunciar a nyc es pa llamarte loca a tí bo-ni-ta

Api dijo...

En este último viaje, por ejemplo, con la emoción del momento los jefes de la compañía volaban a las aguas de la piscina con sus trajes, zapatos y blackberrys incluidas. Pero oye, todo muy gracioso y muy divertido. Lo que os digo, llamadme rara.

LaNegra dijo...

Rara ;)

Federiko dijo...

Yo levanto la mano, concretamente para arrascarme el sobaco.

Pues sí, Api, tenías que haberte tirado a la piscina (no entender como una metáfora).

Rara no, sosa.

Api dijo...

Créame,Federiko, aquella tirada a la piscina fue más forzada que la sonrisa de rajoy y acebes el domingo pasado en la terraza de Génova.

Primero se tiró el presidente, y de ahí fue bajando el escalafón... escalafón que a mi no me afectaba, por tanto, fresca y seca volví al hotel.

Anónimo dijo...

Por mi parte, ya son muchos años realizando viajes de trabajo y nunca, nunca, se me ha ocurrido echar una cana al aire. Y nada de cargas morales de poner los cuernos a alguien (que no había a quién ponérselos),simplemente no veía que fuera el momento y el lugar. Nunca me he encontrado a gusto en los viajes de trabajo. Será porque, como sabe Api, tengo por costumbre viajar siempre con las mismas personas, y ninguna de ellas me ha despertado el más mínimo morbo. Está claro que el infierno no son siempre los demás: supongo que en mis viajes me habré encontrado con gente interesante y que siempre está la oportunidad de conocer gente extranjera. Pero, excusado por mi vaguería (¿qué pinto yo en un apartamento a dos kilómetros de una feria, cuando me quedan tres horas para despertarme?), he ido llevando el hecho de no estar a gusto en ningún viaje de trabajo. No son mis amigos, no estoy relajado, siempre estoy pensando en lo que me tengo que hacer al día siguiente. Total, que me dedico al alcohol. No es que dé buena imagen, pero al menos me relajo un ratillo.
La única vez que no me hubiese importado incorporarme al selecto grupo de "folladores en viaje de negocios", tuve la suerte de ser ninguneado por la destinataria de mis ocurrencias: con el tiempo demostró ser una boba de cuidado.
Simplemente queda el cándido y reconfortante flirteo: el final de una agotadora feria en un selecto club de la ciudad y una chica con la que te quedas hablando un buen rato, prendado de su sonrisa, mientras con el rabillo del ojo ves cómo su compañera está haciendo la cobra a mi amigo. Divertido para contar al menos.

Anónimo dijo...

Joder que pesada eres hija, ni que a la demas gente no le pasaran cosas. Hechate novio y folla mas... vaya invento los blogs, en manos de mujeres de esas que rajan mas que escuchan...