domingo, 27 de septiembre de 2009

Antipasto

El problema de fijarte objetivos es que si no los cumples se te quedan dentro y, si la suerte no acompaña, cuesta un huevo echarlos. Eso me pasó a mi este verano con el objetivo que seguía al de aprender inglés, que como al final no cené pasta ningún día, me dediqué a sustituirla por spaguettis, macarrones, lasaña, tiramisú, nutella, expressos... Tanto lo intenté, que al final descubrí lo que IlBello llamaba “the power of the italian food”.

Pero desde que he llegado a España apenas he probado nada de todo eso. Tan poco he comido, que justo la semana pasada le decía yo a IlBello que empezaba a echar de menos ese poder. Él me respondió que era imposible, que restaurantes italianos hay en todas partes. Yo le aclaré que en mi pueblo no y claro, así... es “difficile”.

Pero este fin de semana he vuelto a Madrid (sí, sí, me acababa de marchar pero... aún me quedan muchas cosas aquí) y la variedad gastronómica de una capital siempre es más amplia así que pensé que, un día de estos, podía aprovechar para comer en un italiano. Me quedo hasta el martes así que... había tiempo de sobra.

Anoche salí. Cañas, cena, copas... un completo, y cuando nos cerraron el primer bar, la escuadrilla viajera en su totalidad (bueno, habíamos perdido una elementa, pero la recuperamos), dirigió sus pasos a otro de nombre Caravan y dentro me estaba esperando mi don de la inoportunidad.

Nada más llegar, con la tripa llena de buena comida, buen vino y mejor ron, andábamos buscando sitio y resultó que, ahora que no vivo en Madrid y que llevo el labio coronado por tremenda calentura altamente contagiosa, justo allí, al ladito de la máquina de tabaco, un italiano con nombre francés me volvió a poner la carta delante. Con todas sus posibilidades.

Qué queréis que os diga... primero pensé dejarlo para más adelante, pero luego me acordé de lo que se atascan los objetivos incumplidos y me dije: “¡qué coño Negra, ya que las condiciones no te permiten cenar pasta hoy... échate al menos un aperitivo”.

Antipasto genovese...
Salute!!

viernes, 18 de septiembre de 2009

De MadriZ al cielo...

Por lo visto Brad Pitt anda por España, y el temita del aborto de las menores con/sin consentimiento paterno vuelve a dar que hablar. No me había enterado. Estoy out, entre cajas y más cajas, con un montón de tableros de una estantería desmontada enfrente, un vertedero de bolsas de basura y cartones detrás, un menú individual de telepizza casi terminado al lado y dos furgonetas llenas, a falta de los huecos. Vamos, que estoy de mudanza. Me piro vampiro. Después de 17 años mis cosas y yo abandonamos Madrid.

Si no fuera porque estoy demasiado ocupada para hacerlo, lloraría. Me da tremenda pena irme de aquí. No ya de la casa – desde que volví de Irlanda sabiendo que no era mi casa, dejé de sentirme cómoda en ella – sino de Madrid porque, aunque viva en el extrarradio, yo nunca he dejao mi Madriz. Ni la universidad, ni el curro, ni las calles, ni el p**o tráfico madrileño. Ayer mismo estuve en La Latina comiendo – recomendable y cara Taberna Matritum, para caprichos, a mi me invitaron ;-) – y luego pasé por El Viajero a tomar café. Aunque en regla no lo fuera, parecía una despedida. En ese mismo sofá pasé uno de los sábados-tarde más divertidos que recuerdo en esta ciudad junto a Api y Mr. Calidad tomando gin-tonic al ritmo que marcaba la mejor música de los 80 cuando la movida aún no había “vuelto”.

Diecisiete años dan para muchos momentos, ese es sólo uno. El resto me los llevo puestos o metidos en las 16 cajas de cosas, 8 de libros y resto de bolsas que aún estoy llenando. No va más... de momento vuelvo al pueblo, puede que después siga con la aventura irish pero... Cuando llegué sentí que me quedaría, así que - llamadme Terminator si queréis - pero... volveré.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Los ascos

Hablábamos LaJalmu y yo de esas veces que un tío lo tiene todo para ser el novio perfecto peeeero... no te gusta. O mejor dicho, no lo sientes. No es que no te guste, si como persona seguramente te gusta un huevo, es sólo que notas que no. Nadie lo entiende, tú en realidad tampoco, pero no lo puedes evitar. Simplemente no hay chispa y presientes que, por mucho que le des a la piedra, no va a saltar.

Esos tíos suelen ser el tipo de chico que tus amigas creen que es perfecto para ti mientras tú piensas en tirarte al menos indicado, ese que no le gusta a nadie y lo que es peor, ese al que no le gustas tú. Pero las tías – bueno y algunos tíos – solemos ser así: poco práctic@s.

A mi me encantaría serlo y colarme por el típico chico que le encantaría a mi madre, pero en su lugar, el único que he presentado en casa tenía el pelo más largo que yo (fallo totalmente perdonable en mi casa, pero no en otras), era más joven que yo (ídem) y era más rojo que yo (este último defecto de fábrica en mi casa lo perdonan, pero les cuesta). Total, era el hombre imperfecto para mi familia, pero no para mi. Para mi sus imperfecciones eran otras como su egocentrismo recalcitrante, su dependencia de la opinión de sus amigos sobre él mismo, o su forma de combinar la ropa, pero... se lo perdoné.

Cuando, después de dejarme, quedé con él un día a tomar cañas – el único y el último – y se presentó con bigote de mariachi y aún así acabamos follando, me di cuenta de que ya no sólo había aceptado sus defectos, estaba en modo “le perdono los ascos” y eso es como lo de besar ranas... puritito vicio.

Y justo de eso hablábamos LaJalmu y yo: de los ascos. Qué asco de barba, qué asco de pelo, qué asco de camiseta puesta un día tras otro con 35 grados a la sombra (lo de “yo es que no sudo” ahí no cuela, se siente) pero aún así... te lo follarías. Pa viaje corto, es posible, pero te lo follarías. Eso sí, no sin antes repetir una y otra vez a boca llena eso de “que aaassscooo” de tal o de cual, pero... en palabras textuales de mi partenaire de conversación: “estas son las cosas q no entienden los tíos, te da asco muchas cosas, peeeeeeeeero, te lo quieres tirar”. También literalmente, mi respuesta, después de una amplia carcajada, ha sido: “eso es lo malo, que cuando le perdonas los ascos, estás perdida”.

Y ahí estaba yo, recreándome en los ascos que me he tirao a lo largo de mi vida (que han sido varios, lo confieso), cuando LaJalmu me ha vuelto a la realidad contándome que este tema es uno de los favoritos de su amigo El Hombre Tranquilo, que nunca ha entendido por qué si no te gustan un montón de cosas te lo quieres tirar. Él diría: “yo no tengo barba, me lavo el pelo, y me cambio de ropa... ¿por qué no yo?”

Y ahí no te queda otra que recurrir a la peor respuesta del mundo: porque no. Y dejarlo ahí. Porque si sigues, intentando evitar el “aquí no hay chispa ni quien la encienda”, acabas en lo de te quiero, pero como amigo y... la mayoría de las ocasiones, no hay nada peor.

Y todo esto os lo cuento desde el lado del que decide, porque, como me decía LaJalmu: “yo le entiendo”. Lamentablemente para mi, he de añadir que yo, también.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Sensación de Vivir

Por lo visto cuando cuento mi verano irlandés face to face parezco Brenda. No voy a negarlo, yo no me escucho desde fuera y además he vuelto con el pelo tan negro como lo llevé, pero más largo. Eso sí, os aclaro de antemano que en ningún momento me han entrado los nervios porque no me venía la regla (qué queréis… a mi aquel capítulo me impactó…) como advertí antes de ir… he vuelto a defraudar. Sólo he cumplido uno de los dos objetivos: he aprendido inglés. Lo de cenar pasta… se me ha dao peorcillo, soy torpe, qué le vamos a hacer. Pero por todo lo demás…. salir, comer, beber… no he parado. Reconozco que internet me la jugó mucho (me la sigue jugando, es mi maldición de este verano) peeeero, reconozco que muchos días pensaba el post en el Eclectic Garden (discoteca de pueblo a la que acudía con regularidad) pero cuando llegaba a la habitación no tenía fuerzas para escribir. Demasiada Guinnes es lo que tiene…

LaNegra se ha dao a la negra. Todo el verano. Sin prisa, pero sin ninguna pausa. He salido por ahí con gente de entre 19 y 31 años… estos últimos, los menos… predominaban los de entre 24 y 28, pero yo ahí, dándolo todo (acordaos que ya no cumplo los 35). Api incluso me dijo que estaba orgullosa de mi: me lo he bebido todo y me lo he bailao casi todo. Mi falta de destreza en los bailes típicos irlandeses me hizo ganar el apodo de Tiger of Cantabria… no os digo más...

Y además de todo eso… he hablao inglés. Mucho. A veces con esfuerzo – intentar entender a un irlandés del norte tiene su aquel -, otras con orgullo – como el día que mantuve sin inmutarme una larga charla con una australiana totalmente desconocida a la que, probablemente, no volveré a ver jamás – y otras arrastrándome – esas clases después de noches de poco dormir en la que el profesor me preguntaba a mi en plan tú eres nuestra alumna más veterana (no por la edad, por las semanas de clase) y yo tenía que confesar: “Sorry Mik, I knew it but… I can’t remember it now” – qué ratitos, madre. Para que os hagáis una idea, una tarde, en una clase intensiva, la teacher me preguntó si había salido la noche anterior… era la segunda vez que se me cerraban los ojos en clase.

En mi descargo diré que un café y una chocolatina lo solucionaron, un ruso de metro noventa tuvo que marchar pa’ casa a dormirla, yo resistí. También a mi favor diré que, a pesar de lo que pueda parecer, aprendía mucho, de hecho hice un examen de estos que valen para que tu CV luzca con esplendor y saqué una nota maja, así que… con fiesta incluida, la cosa no ha ido mal. Ya os digo que, menos novio, me traigo de todo: inglés, amigos, experiencias, paisajes, ratos,… por traer he traído hasta el hígado en la mano. El próximo martes tengo que ir al endocrino y tengo miedo, del bueno. Pavor diría yo… de hecho, creo que en lugar de sangre el otro día me extrajeron Guinnes… si acaso llevaría un poco de ron licuado, pero agua la justa.

Y no porque no haya llovido. Joder qué manera de llover. La puta “drizzle” que es como le llaman allí a lo que en mi pueblo se llama morrina y en los sitios más finos se llama calabobos es una constante. En la guía de Irlanda que tan efusivamente me compré en la Feria del Libro antes de ir ya lo advertían: llévese un paraguas y un chubasquero, aunque sean cinco minutos, en Irlanda llueve todos los días. Es verdad. Y cuando digo todos es todos. Puede que en 10 semanas no haya llovido 2 o 3 y eso estadísticamente viene a ser nada. En mi modesta opinión, ese gran consejo sólo tiene una objeción: ahórnese el paraguas. Es inútil Ni aunque te hayas criado con uno en la mano – como es mi caso – estás preparado para los vientos racheados irlandeses que cambian de dirección cada metro. De los paraguas traigo dos recuerdos: una varilla torcida en un modelo que llevaba más de 7 años de impecable servicio en España y una cicatriz en la frente modelo varilla clavada. Para que lo visualicéis mejor, si fuera hindú no necesitaría pintarme el puntito de la frente…

En definitiva… he vivido una gran experiencia. El Erasmus que nunca tuve probablemente, la liberación total después de la patada en el culo tras 9 años de currar como una negra (sí… lo sé), el verano sabático con el que siempre sueñas y casi nunca tienes. Me siento muy afortunada por haberlo vivido. MBlue tiene razón… ha sido toda una sensación… así que a partir de ahora, if you prefer, you can call me Brenda ;-)

miércoles, 2 de septiembre de 2009

El sueño olímpico no cuaja

Por fin una buena noticia. Adiós a la pesadilla olímpica en Madrid. Aún no entiendo cómo alguien que viviera en Madrid seguía queriendo unos juegos que iban a suponer aumentar la deuda que ya tiene la ciudad, gallardón mediante, hasta 2350; más obras; más impuestos; de los precios ni hablamos...
Lo más sorprendente son, una vez más, las declaraciones del alcalde: "Madrid ha salido fortalecida del informe del COI". Esperemos que ahora no se empeñe en Madrid 2020.