lunes, 2 de noviembre de 2009

¿Truco o trato?

Yo pensaba que vivía en un pueblo digamos que typical spanish o al menos todo lo typical spanish que son los pueblos del norte donde, como alguna vez ya ha explicado Api, somos más “recios”. Aquí no damos dos besos cuando conocemos a la gente ni decimos “hasta lueguito” como en Madrid. Aquí cuando conoces a alguien inclinas la cabeza un poco mientras sonríes y la siguiente vez que le ves vuelves a inclinar la cabeza mientras dices un “`ta luego” si eres tía o un “bueeeno” si eres tío. Así somos aquí.

O así éramos aquí, porque el sábado estaba yo siguiendo otra tradición typical spanish – o sea, echándome la siesta – cuando de repente “ding-doooong” suena el timbre de mi casa. Con un ojo todavía cerrado abro la puerta y... “¿truco o trato?”. Cuatro niños – alguno ya más alto que yo – estaban en mi puerta pidiendo caramelos porque era Halloween. Mi careto debió ser un poema. Los niños todavía deben acordarse. Yo flipé en colores, ahora... ellos sí que debieron flipar.

Me quedé tan impresionada que mi reacción fue acordarme de que me quedaban unas pocas gominolas que tengo a bien tener por casa para cuando me dan lo que yo llamo “ataques de azúcar”. Las cogí y salí a la puerta y dije – con un tono bastante seco, lo reconozco - la frase mágica: “coged un puñao cada uno pero repartíos porque sólo tengo esto”. Momento en el que el cual el listillo del grupo, escondido detrás de una careta de Scary Movie dijo “¡¡¡un puñao!!!” metió la manó y cogió tres cuartas partes de las gominolas allí presentes, mientras otros dos intentaban pillar lo máximo posible y a la niña más pequeña le dejaban sólo dos y porque yo levante la mano para que no se las quitaran todas.

Entre el mosqueo que tenía porque me habían despertao, el rechazo que me producen los niños pidiendo de puerta en puerta – jamás vendí una papeleta para una excursión cuando era pequeña - , y el listillo-acaparador-de-los-cojones, antes de darme cuenta les estaba echando la bronca por egoístas y cerrándoles la puerta, eso sí, con el tuper de gominolas completamente vacío.

Total, que ellos no lo sabían pero, yo me había puesto el disfraz de bruja y había elegido truco. Me estoy haciendo mayor, lo sé, pero es que me jode que los padres les pinten la cara a los críos y, para echarse ellos la siesta, los echen a la calle a joderle la siesta a los demás. Eso por no decir que cualquier parecido de mi barrio con Wisteria Lane es pura ficción...

1 comentario:

Federiko dijo...

Pero míralo por otro lado, la fiesta de jáliguay (mi madre dixit) hace que la mítica "Casa de las Fiestas" de V-G, que tiene una temporada muy escasa, pueda tener ahí un arreón de ventas antes de la temporada navideña, con su venta de caretas, calabazas, telarañas y demás. Crea empleo y riqueza, genera consumo. La hostelería también le sabe sacar rendimiento... Otra cosa es su origen, pero bueno, tan yankee como la coca-cola que tanto nos gusta.
(Nunca celebré jáliguay)