domingo, 22 de abril de 2007

Nada te turbe, nada te espante…

Pensé que no lo iba a decir nunca, pero qué bien se está en casa. El plan para el fin de semana prometía. La idea era hacer senderismo por la zona de Las Batuecas con una conocida, su hermano, su primo y su amigo.

Ya la semana pasada todo eran problemas para evitar que ninguno de ellos llevara el coche –que si uno no tiene maletero, el otro que es viejo, uno incluso dijo que el suyo se para cuando llueve-, así que ofrecí el mío, que es nuevo, tiene maletero y cuando llueve se soluciona todo dándole a los limpias. Pues bien, después de estar más de una hora esperando a que tuvieran a bien llegar donde habíamos quedado, todo les molestaba: el calor, las ventanas subidas, las ventanas bajadas, las ventanas a medio subir o a medio bajar según se mirara, la temperatura del climatizador, mi música –por alta, por baja, por variedad-, mi forma de conducir –adelanta, no adelantes-, las indicaciones del tomtom, mi manera de aparcar… así durante tres días y seiscientos kilómetros.

Hoy, al llegar a Madrid todos han reconocido que habrían preferido llevar su coche “que total no es tan viejo y nunca me ha dejado tirado, o que con maletas pequeñas nos arreglamos…”. Declaraciones que, en mi opinión, verdad, se podían haber ahorrado.

Entre medias ha habido momentos impagables como cuando en una de las caminatas uno exigió que otro diera la vuelta a la esterilla porque la parte plateada produce contaminación lumínica y molesta a los pájaros, o cuando hubo que cambiar de acera porque delante iba un señor con un cigarro y el humo le impedía respirar, tampoco pudimos cenar en un restaurante porque tenían puesto el partido del Madrid en la tele y también les molestaba, luego hubo que cambiarse de terraza porque dentro del bar tenían música puesta… Lo que viene siendo un puro transigir, vaya.

Al final he sobrevivido al fin de semana, pero siempre concentrada en buscar el rollo zen que muchas veces se me iba y algunas se me venía. ¿Seré yo la inadaptada?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No eres inadaptada, quizas es que te cueste adaptarte al medio. Quizas es que seas muy exigente con las cosas y la gente. Tambien puede ser qeu seas muy observadora y por eso te fijes hasta en las pequeñas cosas sin importancia. todo esto te lo digo sin conocerte, es mi humilde opinión. Te voy a agregar a favoritos para no perderte, nos iremos viendo. Un saludo.

Api dijo...

No, "si las pequeñas cosas sin importancia" no las he contado.

;-P

Javier dijo...

Yo siempre he pensado que hay gente que sólo sabe quejarse y hay gente que da importancia a esas quejas...

Menos mal que mi pie me libró de ¿disfrutar? del finde ;-)

Api dijo...

Pues sí. Creo que a partir de ahora utilizaré el estado de tu pie como esas vírgenes que cambian el color en función del tiempo que vaya a hacer.