viernes, 7 de diciembre de 2007

Agua... caliente

No recuerdo si os lo conté, pero hace unos meses me cambiaron de sitio en la oficina y me enviaron a lo que otros llaman “la pradera” y yo directamente llamo “el destierro”. Y ahí estoy ahora, como el Cid, intentando recuperar mi honor y mi fama.

Fama que, hasta ese momento, iba directamente ligada a la impresora. No había tío que imprimiese algo que no pasara un exhaustivo estudio a cargo de mi escáner personal. Según se iban acercando, yo los miraba a todos de arriba abajo y, a continuación, sonreía. El día que se me fue la olla y me quedé mirando directamente al culo del hombre tridimensional es una leyenda por allí (sobre todo porque esa vez estaba pensando en otra cosa y no era consciente de que lo estaba mirando, así que el tío me pilló y me saludó, haciéndome pasar más miedo que vergüenza, que pasé mucha).

Pero ahora, lejos de la impresora, me había quedado sin objetivos. Hasta la semana pasada. El mismo lunes descubrí que había obviado un elemento que podía devolverme a mis antiguos tiempos de gloria: la máquina del agua. La máquina, y los que acuden al abrevadero, claro... Animalitos... no saben que un ejemplar hembra de canis lupus (bueno vale, canis familiaris de momento) observa sus movimientos dispuesta a atacar en cualquier momento. Y así, observando a las posibles presas he descubierto que ¡¡¡¡tenemos chico nuevo en la oficina!!!!

Consultor creía yo pero, en cuanto llevé un poco más allá mis investigaciones, descubrí que el espécimen en cuestión no es consultor ni externo, sino letrado y de plantilla. Esto que no salga de aquí, por favor, pero creo que la cena de navidad voy a hacer lo que hace años juré no hacer nunca: ir a la caza del abogado. De momento, me he comprado tremendos tacones acharolados. Por si surge.

Mis amigas dicen que estoy fatal, que he perdido el instinto, y puede ser verdad. Porque, queridos todos, el bicho en cuestión es - para definirlo de forma rápida y eficaz - un pijo de los 80. De los de finales, sí. Uno de esos que, cuando van de sport, llevan Levis, camisita de rayas y jersesito, al más puro estilo seguidor de los Hombres G. Lo peor, vaya. No os digo más que le prefiero de traje.

Peeero, indumentaria aparte, el bicho tiene además otra característica fundamental para mi olfato de hembra en celo. Característica que mis amigas pasan por alto con demasiada facilidad en mi modesta opinión. Y es que, además de ser tremendo pijo, el bicho es de esos tíos que llevan “Nasío pa’follá” escrito en la frente. Su cara es la viva imagen del vicio. Y yo – personalmente – contra eso, NO puedo luchar.

Es superior a mi. Es que es verle acercarse a la máquina y encenderme. Hasta las orejas se me ponen calientes. Como se me vuelva a ir la pinza, me veo como Carmen Maura en La Ley del Deseo, levantándome, poniéndome frente a él y después de mirarle fijamente, diciéndole aquello de: “¡¡riégame!!, ¡¡riégame!!”.

Aunque, claro, ahora que lo pienso... un par de vasos de agua de la máquina no iban a dar el mismo resultao que una manguera, ¿no? No sé cómo lo veis, pero creo que casi mejor me corto, y me lo juego todo al tacón negro.

4 comentarios:

Federiko dijo...

Magistral, negra, magistral.

Yo creo que, salvo los seminaristas, y dentro de éstos sólo los más convencidos, todos los tíos tenemos o deberíamos tener esa cara de vicio que tú ves en tu pijín. En todo caso, tendrá cara de "nasío pa follar BIEN". Aclaro.

La ventaja de la cena navideña es que acostumbra a pasar unos días hasta el reencuentro, así que es tu momento. Además por medio está un fin e inicio de año, en el que se hacen nuevos propósitos y se olvidan los pecadillos del anterior. A por él, lobezna. Hazle un hombre. Muerde.

Api dijo...

Ha sido leer lo de 'riégame' y acordarme de uno de tus primeros post, también memorable, acerca del ilustre cuerpo de los bomberos.

Tacón de charol, escote ombliguero... miedo me das, loba.

Anónimo dijo...

buen comentario, negra.

Por ahí andaba una estadística que hablaba de los ingleses y la costumbre que se ha dado en las parejas en permitir a uno de los miembros darse un capricho en las reuniones navideñas de trabajo. Algo así como "Sólo te permito una infidelidad con tu compañera de trabajo el 20 de diciembre. Te la corto si es en marzo".
Como socio del distinguido club de "triunfadores navideños", advierto que el despertar no es muy agradable, sobre todo si al día siguiente toca trabajar y vais los dos juntos al curro (algo obvio). Sé imaginativa y amplía miras en forma de echar el lazo a algún grupo de curritos que esté de parranda en el mismo local donde acabéis la fiesta. La "caza" de presas de otro clan es muy valorado en la manada.

LaNegra dijo...

Lo de los tacones... lo he estado ensayando y no sé, no sé... joder son altísimos... claro, como me los compré en plena ebullición hormonal, no me lo pareció... pero ayer, de compras para ir haciéndolos al pie... fue lo que viene siendo un "cagonlostaconesde..."

En fin... ya os contaré qué tal la caza, y los mordiscos ;-)