miércoles, 14 de marzo de 2007

Y ahora… ¿qué me queda?



Hay quien dice que ha perdido la fe en la Humanidad, así con mayúscula, que hace como más a más. Yo, de momento, todavía no. Soy bastante más modestita, y reconozco que sólo he perdido la fe en Meetic. Tengo que decir que La Negra nunca la tuvo, por más que la hayamos animado a probar suerte. Y que Pepa la Loba insiste en que si no pongo foto a mi perfil, sólo me va a entrar lo peor. O lo puto peor, que es mi superlativo navarro favorito.

El caso es que después de casi seis meses haciendo trabajo de campo, he decidido quitarme. En este medio año he encontrado perfiles interesantes que no pensaban lo mismo del mío, otros que te ‘llamaban’ al chat y que tras un toc, toc te comentaban que en sus ratos libres son masajistas, o que son reyes con reina y que buscan reinas con rey para citas puntuales… Hubo uno que empezó normal y al minuto ya me preguntaba que si mi casa tenia el tamaño suficiente para hacer orgías. Mi casa sí, su cerebro lamentablemente no.

En este tiempo he quedado con tres. El primero, nada más aparecer, empezó a relatarme todos los gastos que le cubría la empresa: el coche, el seguro del coche, el seguro médico, la Blackberry… gracias a Dior aquella noche explotó la casa de enfrente de La Negra y tuvo que venirse a dormir a la mía, y yo tuve la excusa perfecta para escapar de allí, mientras el maromo me preguntaba que si me había caído bien.

El siguiente fue uno de personalidad ‘sensible’, como decía él. Aguantamos unas horitas de conversación porque yo tenía fiebre y estaba baja de forma. Pero en condiciones normales me lo habría tragado mezclado con mi Mahou sin darme cuenta. Después de eso, sólo me ‘pincha’ para contarme sus aventuras con otras chicas-Meetic. Pura pasión.

Mi muestra ha concluido con un argentino que conocí el domingo. Parecía un tío majo, de hecho, pienso que lo es. Hablamos, nos reímos, me dio unas pistas para mi aventura bonaerense… El lunes volvimos a quedar para tomar unos vinos después del trabajo, y hablamos durante casi tres horas. Después me acompaño hasta la parada del autobús. Y ya. Punto y final. Desaparecido en combate. Finito.

Así que siguiendo con los puntos y finales he decidido ponerle otro a mi aventura en Meetic. Lo siento por los chicos madrileños que se han perdido la oportunidad de conocerme. Aunque reconozco que he tenido un momento de debilidad con Match.com, el hecho de tener que soltar noventa eurazos para seguir leyendo perfiles de gente “normal, amigos de sus amigos, que buscan una persona con la que compartir la aventura de la vida” y que, además, me sometan a terceros grados sin anestesia… me ha llevado a pensar que mejor me los gasto en cerveza, que por lo menos me quita la sed, y nunca se sabe quién puede estar en la barra, apoyado a tu lado.

PD. Además, al natural son más feos que en las fotos. Siempre.

1 comentario:

LaNegra dijo...

Lo confieso. Es verdad. Yo nunca he confiado. No ha habido ni un caso de éxito que me haya hecho torcer mi voluntad. Ni siquiera cuando Pepa La Loba me amenazó con aquella sentencia "a los 40 ahí ya no te comes nada", me amilané. El meetic no es para mi (cantadlo como aquel tema ochentero de "La Noche no es para mi"), y - lo confieso - siempre he pensado que para Api tampoco... peeeeeeeeero, voy a añadir una cosa: tu tercer caso no está perdido ;-P