
El caso es que se ha arrancado a enumerar –sí, ya lo sé, la culpa es mía por dar pie- a todos los famosos que había subido al taxi. Yo para ir al grano le he preguntado por el más borde y rápidamente me ha dicho que Jorge Sanz, que “se subió hace ya muchos años de copiloto, con dos pelotillas detrás”, y que cuando se iba a bajar le miró a los ojos y le dijo “¿pero tú no sabes quién soy?”, y el taxista –con tremendo peluco y pulsera-muñequera de cuero, añado- le dijo “yo sí, pero a qué tu no sabes quién soy yo. Pues ale, ya sé más que tú”. “Y le callé la boca”, me dice. Que Joaquín Luqui, JL en FM, era muy despistado, que le mandó ir a una dirección y al llegar no reconocía el sitio y pensó que le había dado vuelta y le empezó a llamar de todo. Aquí se ha notado que no le ha puesto a parir por el debido respeto a los muertos. Que Enrique Bunbury no habla igual de tú a tú que cuando lo hace en público, “que una vez venía él en la parte de atrás y le iban haciendo una entrevista por teléfono y no se le notaba nada que iba completamente fumao”. “Porque ése sí que es un artista, que luego dicen que si no eres comercial no eres bueno”, el conductor ha aprovechado para meter su cuñita de superfans. Y ya llegábamos a mi casa cuando me ha contado que también se subió una vez Leonor Waitling y que él, un lince, le preguntó que si era una artista. Y que la tontalculo –lo de tontalculo es cosecha mía, no del taxista- le dijo toda diva, y toda chula, que ella era actriz y no volvió a decir ni mú.
Viendo lo contento que estaba el hombre enumerando las celebridades que había cargado en el tasis, le he dicho que sentía mucho que por cogerme a mí hubiera perdido la oportunidad de llevar a un grupo famoso. Y me ha dicho que no me preocupara, que luego él le cuenta a la mujer que “ha llevado a una señora que ha visto a Maná” y se ponía tan contenta. Y con eso, a la que le ha callado la boca ha sido a mí, la verdad.
PD. Todavía me tiemblan las canillas al acordarme de cómo se ha movido el avión Florencia-Barcelona, que la gente venía gritando y vomitando como en las películas. A mí se me ha desintegrado el maquillaje de la tensión.
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