viernes, 7 de mayo de 2010

Convertida al Cristianismo


Confieso que cuando llegó no le creí el mesías prometido para salvarnos.
Confieso que yo también le negué tres y hasta más veces.
Confieso que pensé que el resto adoraba a un ídolo y no al verdadero salvador.

Ver para creer.

Anoche vi la luz.
Le vi ser ayudado por “El Santo”.
Le vi flotar sobre la hierba sin tocar el suelo.
Le vi obrar el milagro.

Y ahora, creo.
Creo que si no ganamos la liga, al menos, Él nos habrá hecho rozar la gloria.

LaNegra recorded.

jueves, 29 de abril de 2010

Actos de libertad

Los “debates sociales” siempre me producen una especie de sensación de incomo- didad. Supongo que es, básica- mente, porque me obligan a tomar partido y hacerlo no es mi mayor afición. Sin embargo, por una u otra razón, acabo metida de lleno en algunos de ellos. Estos días, en mi lucha constante por escapar de la trampa mortal que supone para mi ver/escuchar la emisora del toro, he acabado viendo diversos fragmentos de distintos informativos en los que hablaban del uso o no del hijab en los institutos. Y claro, he terminado entrando. ¿Libertad de la mujer o libertad religiosa?, ¿religión vs. laicismo?. Para ser sincera, no sé muy bien por dónde enfocarlo.

Muchos me diréis que no es una cuestión de religión, sino de libertad o derechos de la mujer. Si estuviéramos en Afganistán no dudaría en daros la razón, lo mismo que en cualquiera de estos países donde aún lapidan mujeres por adúlteras, ahí mi postura sería claramente en contra del velo porque estoy convencida de que ellas no pueden elegir. Pero, en este caso, en este “debate social” en concreto, estamos hablando de España, un país donde cualquier adolescente musulmana puede esquivar la vigilancia paterna para quitarse el velo en el instituto si así lo desea. ¿Que es injusto hacerlas elegir entre su familia y su libertad? Es posible, pero por ahí, antes o después pasamos todos: mujeres u hombres, españoles o de cualquier otra nacionalidad.

Yo, que durante un tiempo fui incluso catequista, me confirmé y, ese mismo día, tomé la decisión de no volver a pisar una iglesia a no ser que se celebrara algo (léase bodas, bautizos, entierros y comuniones) y aquí sigo, con mi madre soltando indirectas cada vez que tiene ocasión, las vecinas mirándome con cara de estar pensando “tan maja y tan atea, la pobre”, y Ángel-el-cantante (una especie de sacristán que canta en las misas de mi pueblo para ahorrarle el trago al cura) llamándome pecadora con la mirada cada vez que me lo cruzo en las escaleras del salón de belleza. Con ésto os quiero decir que, aunque ahora, a la tierna edad de 36, todo eso me la pele, hace veinte años, cuando tomé la decisión, fue duro. Tuve que enfrentarme al enfado de mi madre, al qué dirán de los vecinos, a la presión de sus madres sobre mis amigas (que seguían yendo a misa), a los comentarios que los amigotes le hacían a mi padre en el bar y el me repetía al llegar a casa, etc, etc, y... sobreviví. Lo pasas mal tú y se lo haces pasar mal a tu familia pero, a partir de cierta edad, aceptar las imposiciones religiosas es otro acto de libertad, nadie te obliga. Así que, si una adolescente musulmana residente en Pozuelo de Alarcón, Madrid, decide llevar el velo en clase, es porque quiere.

Hace un tiempo yo estaba totalmente en contra del uso del velo, en las escuelas y en el resto de sitios, pero hoy, siendo 100% consecuente con lo que pienso, creo que el pañuelo en cuestión debería ser considerado un símbolo religioso, y si a las niñas católicas les dejan llevar un crucifijo o una medallita de la Virgen del Carmen colgando del cuello, a las niñas musulmanas las deberían dejar llevar el dichoso hijab. Si por mi fuera, yo los prohibía todos, los unos y los otros. Siempre he pensado que la escuela no es el sitio indicado para aprender religión, que eso es algo que se aprende en casa. En mi opinión son los padres y no los maestros los que deben educar a los hijos en temas espirituales.

No sé... quizá mi postura se deba simplemente a que, en el instituto público al que fuí, yo también tuve una compañera con velo. Fue la primera en dirigirme la palabra el primer día de clase, se llamaba Araceli y era monja. Durante los cuatro años que coincidimos jamás le vi el pelo – literalmente -. Del primer al último día de clase acudió vestida con el hábito reglamentario y la toca. Nada fuera de lo normal, más bien al contrario, creo que sólo la miramos una vez: cuando, después de selectividad y ya de vacaciones, apareció a recoger las notas vestida con unos vaqueros. Lo había dejado. Otro acto de libertad, supongo.

viernes, 23 de abril de 2010

El poder de la Power Balance

Cuando este verano me presentaron a mi nuevo jefe me fijé en que llevaba una pulserita naranja. Al tiempo me enteré de que era la anterior versión de la Power Balance, una pulsera que incluye una especie de imán que al parecer te templa el pulso. Hace unas semanas vi que ya no la llevaba. Pensé que como se había puesto de moda había decidido bajarse del carro. Pero no. El lunes apareció con una nueva edición, a treinta euros pagaditos en el VIPS. Me explicó que el domingo habia tenido una "crisis de swing" y corrió a comprar una. Le comenté todas las dudas sobre su efectividad que me han llegado en las últimas semanas, pero fue tajante: "se nota y mucho. no sólo con el palo de golf, también siento la mejoría con el rifle".

fundido en negro y cambio de conversación. Por si acaso.

domingo, 18 de abril de 2010

Primos lejanos

3.25 h. de la madrugada y llego de una boda. Lamentablemente, los invitados eran mis Sres. Padres, y yo sólo he acudido allí en calidad de chófer. Y digo lo de lamentablemente porque, a pesar de ser en Santander, al llegar a la catedral, me he encontrado con que la boda estaba plagada de navarros de esos con pendientico y rastas que tanto me gustan a mi. Desde aquí os lo digo: definitivamente, el hecho diferencial se extiende al Reino de Navarra...

Sin embargo, cuando a la una de la mañana he llegado al Casino a recoger a mis progenitores y a saludar a una prima de mi padre a la que tenía ganas de ver desde hace tiempo, he descubierto que, además del material importado – gran calidad, sin duda – entre la familia había también algo que rascar...

En su impagable alegría etílica, la prima me ha presentado a todos los tíos de entre 20 y 40 de la familia, incluidos sus hijos. Antes de hacerlo me los había señalado de lejos “aquel es mi hijo el mayor, y el otro, el de al lado, el pequeño”. Como sospecharéis, yo rápidamente me había inclinado hacia el pequeño – de hecho lo había hecho ya en la escalera de la iglesia antes de saber que éramos familia – pero cuando, al cabo de un rato me ha cogido del brazo al grito de “ven, que te voy a presentar al solterón” y me ha plantado delante de semejante ejemplar,que aunque joven, ya no cumple los 25... he pasado un momento malo, malo, malo.

Porque claro, una cosa es estar en una boda vestida para matar y con varios vinos, champanes y gin-tonics encima, y otra aterrizar allí con americana sí, pero despeinada, con una camiseta de Fraggle Rock, los ojitos del revés después de haber visto una peli de acción en la fila 5 de un cine y, sobre todo, sobria.

La madre empeñada en repetirle que era la hija de su primo, y el chaval contestando que estupendo, pero que no me ubicaba y mientras yo, pues sonreía, a ver qué iba a hacer. Al final el chaval, grande, ante los oídos sordos – o más bien borrachos – de su madre, me ha mirao directamente a mi (ojos verdes tienes, ladrón...) y me ha dicho: “lo siento pero... ¿se supone que nos debemos conocer?, porque yo no me acuerdo...” Y ahí, en mi mejor oportunidad para desplegar todo mi encanto personal, abro la boca y digo: “no”.

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

¿Se os ocurre algo peor para ligar con el primito? A mi tampoco...

Así no es de extrañar que, cuando salía por la puerta del casino, el dj pinchara “So payaso”.

sábado, 20 de marzo de 2010

De veleros, novios y cambios de vida

Antes de empezar a escribir este post pido disculpas a posibles nuevos lectores, porque quizá no entiendan algunas cosas, y a los viejos por lo repetitiva que me pongo pero... os juro que no busco los post, ellos me encuentran a mi.

Hace un par de años escribí uno que se titulaba “Cambiar de vida” que surgió después de oír en la radio cómo una chica llamaba para preguntar qué tiempo iba a hacer el fin de semana en Levante porque – mira tú – justo ese sábado lo dejaba todo para irse con su novio en un velero a recorrer, de momento, el Mediterráneo y luego... quién sabe. Por aquellos días otro novio, mi ex novio concretamente, se embarcaba en otro velero para cruzar el Atlántico y después recorrerse, durante dos años y mochila al hombro, Brasil de cabo a rabo. Era 31 de marzo de 2008.

“Hace un año más o menos...” era el título del segundo post, el que surgió otro viernes por la tarde mientras conducía de Madrid a mi pueblo y la chica del cambio de vida volvió a aparecer en mi radio. Esa vez contaba que en realidad pasaba más tiempo en los puertos que navegando, pero que seguía en el barco y sobre todo, seguía feliz con su novio. A esas alturas el otro novio de esta historia, mi ex, ya no recorría Brasil. Los dos años habían encogido hasta convertirse en dos meses y las brasileñas en plural se habían transformado en andaluza en singular. Era 10 de marzo de 2009.

Si os acordáis de los post o los leéis ahora, os daréis cuenta de un detalle. De un año a otro todo el mundo había evolucionado menos yo. La chica del barco navegaba o atracaba, pero seguía con su historia. Mi ex había vuelto a pecar de bocazas, pero seguía con su vida y su nueva novia, y yo... yo me había vuelto a poner a régimen. Entre un año y otro la única que no había evolucionado había sido yo.

Pero, dieciséis días después de escribirlo, el 26 del mismo mes, me largaron del curro y, aunque entonces no lo sabía, yo también cambié de vida.

Como le explicaba un día a Api, yo no lo elegí, pero es lo que hay. Por mucho que cuando dentro de seis días se acabe mi año cuasi-sabático (lástima...) suene la flauta, encuentre un curro y vuelva a hacer lo que hacía antes (que fácil no está, pero yo mando currículums por si acaso), mi vida ya habrá cambiado. Cuanto más pienso en el despido, sus reconocidas improcedentes razones y la persecución posterior, más claro tengo que mi próximo lugar de trabajo pagará los pecados del anterior. Seré como esos tíos a los que dejó marcados la ex y lo pagan con la siguiente: le dedicaré todo mi tiempo y esfuerzo, pero nunca me lo acabaré de creer cuando me digan que me quieren. Supongo que las injusticias alumbran desconfianzas y, sabio refranero español, acabarán pagando justos por pecadores.

El caso es que, a pesar de la desilusión laboral que me invade y aún a riesgo de que con la prestación a punto de acabarse y aún sin curro en marzo de 2011 me tenga que comer estas palabras, he de agradecer a mi antigua empresa haber encontrado respuesta para las preguntas que me planteaba hace dos años y que no supe contestar hace uno:

- ¿sería yo capaz de dejarlo todo para seguir a un tío por el mundo?
Sí. Por supuesto necesitaría que él me dijera ven, pero ahora sé que lo dejaría todo.
- ¿sería yo capaz de echarme un año al mundo en plan Labordeta?
Sin duda. De hecho sólo me lamento de no tener más pasta para seguir haciéndolo.
- ¿sería yo capaz de irme a mi pueblo a vender cortinas?
A vender cortinas quizá, pero a no hacer nada un rotundo no. He descubierto que yo, confesa adicta a la pereza, no la disfruto cuando no es elegida sino impuesta y, además... ¡con la puñetera crisis no se vende un visillo!

Así que, aquí estamos un año más: yo (perdonad el egocentrismo narrativo) en pleno cambio de rumbo pero sin tener ni idea de hacia dónde, mi ex de viaje por Nepal y La India pero con novia y billete de vuelta, of course, (Javier, va por ti ;-), y la chica del velero... me pregunto qué será de ella y su holandés errante. Hoy es 20 de marzo de 2010.

martes, 16 de marzo de 2010

las azafatas de iberia

hacía tanto que no viajaba que cuando el domingo me tocó salida de emergencia en el avión ni lo noté y puse mi mochila a mis pies. rápidamente vino la azafata a decirme que la siguiera y ala, hasta la parte delantera del avión para ponerla porque no había más sitio. vuelta a mi sitio. a curiosear una revista. y allá que vuelve la rubia y me empieza a explicar:
- está usted sentada en la salida de emergencia.
en caso necesario tiene que tirar, como muestra el dibujo, de la palanca superior.
después, hacer lo mismo con la parte inferior.
a continuación sacar la puerta y, por último, situarla en el suelo para facilitar el paso del resto del pasaje que bla, bla, bla. (todo esto contado con voz bastante impertinente).
cuando acabó el discursito, píer la miró todo serio y preguntó: ¿y con el telva qué hace?

mirada asesina de la rubia y fundido en negro.
no hizo falta utilizar el protocolo.

hibernando


Hacía tanto que no viajaba que hasta me hizo ilusión tener que quitarme el cinturón, las botas y el reloj y cruzar con el papel en la boca el arco de seguridad de barajas. qué gusto. eso sí, los líquidos los llevaba repartidos por varias bolsas que no saqué de la maleta pero no pasó nada. la sensibilidad del radar estaba baja. pier hizo la prueba y preguntó. oiga, y si llevo cuchillos de cerámica (material que no pita) qué pasa? respuesta: que si le pillamos se los quitamos.

esa es la seguridad que tenemos en los aeropuertos. para no aburrir diré que aparezco en esa foto. me traje alguna botella de champán que fui incapaz de trasegar. premio para el que me encuentre

lunes, 15 de marzo de 2010

Desidia al borde del mar

Según el diccionario de la RAE:

desidia.
(Del lat. desidĭa).
1. f. Negligencia, inercia.

Digamos que, en los últimos tiempos, estoy siendo arrastrada por la segunda acepción. Lo hago todo por inercia: me levanto, desayuno, como, duermo, café, telenovelas, peli o series, según se tercie (algún día, pocos, internet, por eso os tengo abandonaítos), cena, más tele, libro, dormir. Y vuelta a empezar...

Como cantaba Objetivo Birmania... “oh, nena, dale al pay pay, que me voy a asfixiar”. Lamentablemente en mi caso no es por el calor sino por el aburrimiento.

Aunque, ahora que lo pienso, a lo mejor me estoy empezando a meter de lleno en la primera acepción y es todo por mi culpa, porque los primeros días andaba un poco por la playa y estaba mucho más animada, pero el frío me metió en casa y me dejé arrastrar.

Mañana madrugo, por obligación, pero madrugo... espero que con el susto espabile y vuelva a ser yo.


Pd. Por si alguien quiere ver el vídeo, el estilismo es impagable y yo tuve uno de esos sombreros...
http://www.youtube.com/watch?v=l-Ex44pWziw