domingo, 17 de febrero de 2008

Asilvestrada

De pequeña yo siempre fui de Silvestre, ¿quién iba a preferir al cabezón de Piolín? Vale que el gato era un perdedor, pero... el canario, además de un cursi insoportable, era un chivato que tenía totalmente engañada a la vieja. Entonces yo no sabía que me iba a pasar esto, pero resulta que, ahora que me he hecho mayor sigo siendo de Silvestre, de Miguel Ángel Silvestre para más señas.
Hasta hace un par de semanas no tenía ni idea de su existencia, pero en una cena me abrieron los ojos y, muy seriamente me dijeron: “tienes que verle”. Y yo, que soy una chica muy obediente, hice caso, y le vi. Y aquí estoy, yo - que pensé que una temporada entera de ‘Los hombres de Paco’ sólo para ver a Hugo Silva era mi límite – enganchada a ‘Sin tetas no hay paraíso’. Resulta que, treinta años más tarde, sigo siendo de Silvestre.
No sé si es su cuerpazo, esa voz ronca que me pone todavía más que sus abdominales (y esos me ponen mucho), o si son las caritas de pena que pone. El caso es que cuando le veo me dan ganas de adoptarlo cual gato abandonado, pero con la ventaja de que éste no tiene pinta de dejar pelos por todas partes.
Para colmo hoy me enchufo para leer el periódico (estoy perra y ni he pisado la calle para comprarlo), y me encuentro una entrevista en la que descubro que, además de guapo y actor, el chico es fisioterapeuta. Traducción simultánea: sabe dar masajes. ¿Se puede ser más perfecto? Sigo leyendo y resulta que sí. Resulta que a la pregunta de qué le gusta hacer cuando no trabaja el tío responde textualmente: “cocinar, practicar deporte y follar”.
Y digo yo que éstos... ¿por qué sólo salen por la tele?

LaNegra, asilvestrada.

No hay comentarios: