martes, 28 de abril de 2009

El mundo al revés

Si yo tuviera cinco años, pensaría que estoy jugando al mundo al revés, pero como tengo treinta más, va a ser que el juego terminó. Sin embargo cuando hoy he vuelto al bar de abajo de mi ex oficina para tomarme un café y ver a las amigas después de mi pausa norteña, he tenido la extraña sensación de estar en plena partida.

Al llegar, justo después de haberme tenido que duchar con agua fría – ya os escribiré otro día mi modesta opinión sobre los seguros del hogar - me he encontrado con que todo el mundo con el que cruzaba me decía que qué buena cara tengo y, seguro que exagero, pero es la sensación que he tenido, que me miraban con cierta envidia. De la sana, pero envidia al fin y al cabo.

Ha habido un momento que me han dado ganas de decir “eh, hola, ¿hay alguien ahí?, ¡que la parada soy yo!”, pero luego me he parado a pensarlo y me he dado cuenta de que si con la que está cayendo fuera la gente me mira así, es que dentro las cosas deben estar aún peor de lo que recuerdo.

Sólo hace un mes, es cierto, pero me cuentan que la situación ha cambiado. Nada que no esperásemos, pero también es verdad que no es lo mismo verlo que que te lo cuenten. Puede que el no poder interpretarlo en primera persona me deforme la perspectiva. Quizá por eso, y sólo por eso, he tenido esa sensación. Ojalá, porque la visión contraria sí que sería el mundo al revés... lo malo es que esta vez, no sería un juego.

viernes, 24 de abril de 2009

Juntos, nada más

A estas alturas de mes, algunos pensaréis que me estoy ahogando, lo que supongo que no tendréis tan claro es si lo estoy haciendo en alcohol o en agua. La verdad es que, a pesar de lo trágica que me puse en mi último post, ni lo uno ni lo otro. No me ha dado ni por emborracharme ni por llorar, ¡qué le vamos a hacer!, no tengo madera de antiheroína clásica. Sólo estoy out.

No estoy ni triste ni alegre, ni preocupada ni tranquila, ni de brazos cruzados ni hiperactiva, ni haciendo el currículum ni sin pensar en trabajar, sólo estoy dejándome llevar y eso incluye cinco días de hospital en hospital – por nacimientos, no por nada malo – y no tener acceso a internet. Por eso, aunque escriba esto a las 02:36 h. de la madrugada del sábado 18 al domingo 19 de abril, puede que no aparezca publicado hoy, todo dependerá de si reúno fuerzas para nadar a contracorriente – aunque sean tres minutos – y acercarme a algún ordenador con conexión. De hecho por depender, dependo hasta de la batería del portátil (por qué Carrie Bradsow siempre tiene batería y la espalda estupenda a pesar de escribir sus artículos desde la cama el 90% de las ocasiones sigue siendo un gran misterio para mí años después de la desaparición de la serie).

En fin, el caso es que me vine al pueblo convencida de que aquí organizaría mi futuro actualizando el cv y decidiendo a qué país me voy a estudiar inglés los próximos meses y de momento lo único que he hecho es plantearme lo que, antes de venir, me parecía implanteable: ¿y si busco un curro aquí? He pensado desde prepararme una oposición hasta invertir el finiquito en una librería para niños como aquella que tenía Meg Ryan en “Tienes un email”, pero en lugar de ponerla en Nueva York, ponerla en mi pueblo, o en el de al lado. ¿Los niños leen en todas partes, no?

Sé que cuando Api lo lea me dirá que vuelva a Madrid ¡ya!, y que no pierda la cabeza. A lo mejor es sólo el constante nordeste que sopla por aquí, pero confieso que me lo he planteado de verdad.

El caso es que esta noche, viendo la tele – en este aislamiento no todo iban a ser desventajas, mis padres no tienen internet pero tienen un cable estupendo donde ver un montón de series y buenas pelis en versión original – estaba viendo “Esenble, c’est tout” (Juntos, nada más) y cuando en un momento de el guapísimo protagonista le dice a Audrey Tautou que si no quiere nada serio follan pero no la besa, he pensado mi típico “todo no se puede tener” y, de repente, me he acordado de vosotros y me he dado cuenta de que a mi me pasa como a Gillaume Canet, que lo quiero todo: quiero follar y el beso. Quiero la cercanía de mi pueblo y el anonimato de la gran ciudad. Quiero mi vida de aquí y la de allí. Os quiero a todos juntos, nada más.



pd. la familia, que es bien maja, me ha liberado la entrada USB ;-)

jueves, 23 de abril de 2009

Desde el más allá

Como bien dice Api, ando por mi pueblo atendiendo parturientas y, después, me he puesto enferma y ha sido imposible conectarme. Os escribí un post - no sé si bonito o feo, pero sí emotivo sobre el estar aquí y allí y el no estar en ninguna parte - el caso es que lo tengo en el pendrive y no lo puedo subir desde aqui...
En fin, si me animo otro rato con una entrada USB a mano, os lo subo si no... el lunes, I'm back.


pd. os echo de menos.

viernes, 10 de abril de 2009

Madrid no se vacía nunca

Este año en vez de irme de vacaciones de Semana Santa me he quedado. "Ah, muy bien, para disfrutar de Madrid vacío", me decían los que estaban encantados de irse a meter en cuantito mismo dieran las tres en el atasco de la A-3.
La verdad es que después de enganchar dos viajes seguidos, aterricé de Philadelphia el fin de semana pasado, encontrándome más mal que bien (mi espantada de Urgencias al oir la palabra 'cateter' ya la contaré otro día) y he pensado que yo lo que quiero es descansar.
Porque lo de ver Madrid vacío es otra cosa, de esas que no pasan. A pesar de que este años también se atascaron todas las salidas de la capital, como cada viernes y víspera de puente. Ayer por la tarde nos echamos a la calle, rumbo al centro, y ahorro decir que los metros iban petados, los autobuses ni te cuento, atasquito de la gente que se viene al centro en coche aunque saben que hay quince procesiones programadas con el consiguiente corte de calles... lo típico. pero vacío vacío exactamente no estaba. Más bien no se cabía. No habia forma de ver pasar los cristos ni las vírgenes, aunque sí que pudimos oir algunos aplausos y varias saetas y también los fuertes abucheos de una buena cuadrilla que se quejaban desde una hora antes de que saliera del templo la imagen de la iglesia de San Isidro, en la Latina. Cosas de lazos. Lazos blancos.

En un alto en el camino, entre vino y vino, vimos la previsión del tiempo para todo el país estos días, y me alegré aún más de haberme quedado aquí.

miércoles, 1 de abril de 2009

Parecidos ¿razonables?

Nunca lo hubiera imaginado, pero... quedarte sin curro se parece sospecho- samente a que te deje un novio. O al menos, en mi caso, es así. Cuando mi ex me plantó me quedé triste, no porque pensara que no iba a salir de esa, sabía que sí, lo que no sabía es cuánto iba a tardar. Ahora me pasa lo mismo. Sé que sí, pero no sé cuándo.

Recuerdo que entonces también se me quitó el hambre. Ahora me pasa igual, comería, a mi me gusta comer, pero nada me apetece. Hoy he ido a un japo y no me he acabado el shushi... miedo me doy. Aquella vez también me pasó otra cosa: dejé de limpiar mi casa. La mierda se acumulaba a mi alrededor y a mi no me molestaba, la veía, pero no me molestaba. No os quiero contar cómo tengo la cocina.

Puestos a buscar diferencias, aquella vez lloré mucho. Muchísimo. Diría que demasiado. Esta vez en cambio apenas he llorado. Poquísimo. Diría que demasiado poco. Pero ahora, igual que entonces, de cuando en cuando me acuerdo de por qué estoy rara y entonces me entra una sensación de vértigo casi infinita. Un vértigo que me cuesta aceptar por dos cosas: la primera que sé que sólo es miedo, puro y simple miedo a la novedad, y la segunda que yo sabía que podía pasar, no es que lo esperara el día que pasó – siempre confías en que el cielo no caiga hoy sobre tu cabeza -, pero en ambas ocasiones sabía que era una posibilidad a tener en cuenta.

Abandonada rima con parada. A lo mejor es eso... o a lo mejor sólo es que me jode que los cambios en mi vida me los marquen los demás.

viernes, 27 de marzo de 2009

Caminito del INEM

Pues nada. Aunque a estas horas Api estará soñando que fue un sueño, no lo ha sido. Mi despido es real. Os diría que mañana mismo marcho al INEM, pero va a ser que no, porque – es lo que tienen los despidos sin preaviso – oficialmente estoy de vacaciones. Zapatero se libra de momento, mi numerito, y el de mis seis compañeros de departamento (y amigos), no suma este mes, seré una parada de abril, ese mes que tan poco me gusta.

Cuatro años pensando que tengo que cambiar de vida, y ahora no me queda otro remedio que hacerlo. Ya os lo iré contando. De momento, caminito del INEM, voy a hacer un par de paradas obligatorias. La primera en el banco. Voy a ingresar el cheque no sea que los del despido-sin-criterio se queden sin fondos. La segunda en el bar. Esto hay que regarlo.

Si en los próximos días no escribo, puede ser por dos cosas: resaca o falta de humor. Pero como todo se pasa, volveré y si en los próximos meses os digo que no escribo porque no tengo tiempo, no os lo creáis, será mentira ;-)

martes, 24 de marzo de 2009

Clasismo de WC















“En 1955, Rosa Parks tenía 42 años. Afroamericana, natural de Montgomery, Alabama, e hija de un carpintero y una maestra de escuela. De profesión, costurera. Pero además, secretaria y ayudante en la Asociación Nacional para el Avance del Pueblo de Color. En aquellos años, los negros sufrían en EEUU la humillación -especialmente en el sur- de no poder compartir con los blancos los mismos lugares públicos: escuelas, restaurantes, salas de espera... la segregación llegaba al punto de que en los baños se mostraban letreros de "sólo blancos" o, directamente, "negros no".” *

Aunque en realidad este post no empezaba así... lo que yo había escrito, se parecía más a esto:

“Desde el 20 de enero, si la memoria no me falla, en Estados Unidos hay un presidente negro. El día de la investidura, además de verlo por la tele, escucharlo por la radio y criticar/alabar el vestido de Michelle, todos pudimos oír o ver la historia de Rosa Parks, aquella mujer negra que se negó a levantarse de su asiento del autobús para cederle el sitio a un blanco.”

La historia me vino a la memoria el viernes pasado cuando, al levantarme a por un café para sobrellevar el sopor de currar en puente, me encontré el cartel que veis arriba – purito directo, esta vez la foto es mía – en la puerta del baño de mi zona de la oficina. Mi comentario al volver, además del “no doy crédito” fue “la siguiente será que los negros vayan – vayamos – a la parte de atrás del autobús”.

Pensaba contar que ipso facto avisé a las amigas que curraban ese día: “cuando vengáis de visita, subid o bajad meadas por lo que pueda pasar”. Iba a decir que ellas respondieron con un abanico de posibilidades que iban del “ostras. Sí, que es fuerte!” al “es q me dan unas ganas de ir a hacer pis” pasando por el – más al estilo Rosa Parks - “yo desde luego, si me meo, voy a pasar”.

Pero cuando hace cinco minutos he descubierto que los carteles de “negros no” en la puerta de los baños no son nuevos, me he dado cuenta de que sobran las palabras. En el cortijo donde curro no son originales ni para eso... qué le vamos a hacer. Cuando una imagen vale más que mil palabras, no merece la pena escribirlas.



* Fuente (y lectura recomendada): http://www.educahistoria.com/cms/index.php?Itemid=103&id=160&option=com_content&task=view

** MBlue, gracias por el titular.

miércoles, 11 de marzo de 2009

11-M

Vuelve a ser 11-M. El tiempo pasa tan rápido, que esta mañana he alucinado cuando he oído en la radio que hace ya cinco años. Me acuerdo de aquel día tan bien... De lo que hice, de cómo me enteré, de la radio sonando sin parar, del silencio al salir de casa. Un silencio profundo que sólo rompían las sirenas que se oían a media distancia, desde el Gregorio Marañón. Un silencio que se amplificaba con el sonido amortiguado de los neumáticos de los coches sobre el asfalto de la calle O’Donnell. Supongo que, en el silencio, podíamos oír lo insignificante.

Yo no perdí amigos aquel día, pero sí que me sentí parte de ese sentimiento de incredulidad colectiva que flotaba en el aire. Después, sólo un día después, vino lo que vino y dejamos de estar todos en el mismo bando. Quizá por eso, en sólo cinco años, ese titular a cinco columnas que se ve en la foto es hoy una noticia que pasa desapercibida entre el resto de titulares de la jornada.

El tiempo pasa tan rápido que cuando cierro los ojos y pienso en ello, aún oigo perfectamente el sonido de los neumáticos sobre el asfalto de O’Donnell...