martes, 28 de abril de 2009

El mundo al revés

Si yo tuviera cinco años, pensaría que estoy jugando al mundo al revés, pero como tengo treinta más, va a ser que el juego terminó. Sin embargo cuando hoy he vuelto al bar de abajo de mi ex oficina para tomarme un café y ver a las amigas después de mi pausa norteña, he tenido la extraña sensación de estar en plena partida.

Al llegar, justo después de haberme tenido que duchar con agua fría – ya os escribiré otro día mi modesta opinión sobre los seguros del hogar - me he encontrado con que todo el mundo con el que cruzaba me decía que qué buena cara tengo y, seguro que exagero, pero es la sensación que he tenido, que me miraban con cierta envidia. De la sana, pero envidia al fin y al cabo.

Ha habido un momento que me han dado ganas de decir “eh, hola, ¿hay alguien ahí?, ¡que la parada soy yo!”, pero luego me he parado a pensarlo y me he dado cuenta de que si con la que está cayendo fuera la gente me mira así, es que dentro las cosas deben estar aún peor de lo que recuerdo.

Sólo hace un mes, es cierto, pero me cuentan que la situación ha cambiado. Nada que no esperásemos, pero también es verdad que no es lo mismo verlo que que te lo cuenten. Puede que el no poder interpretarlo en primera persona me deforme la perspectiva. Quizá por eso, y sólo por eso, he tenido esa sensación. Ojalá, porque la visión contraria sí que sería el mundo al revés... lo malo es que esta vez, no sería un juego.

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