miércoles, 11 de abril de 2007

Llamadme rara


"Estoy sola, ¿y qué?"

Esa frase, así, entrecomillada y escrita sobre la foto de una treintañera con media sonrisa en la boca y el pelo revuelto, abría El País Semanal del último domingo. La chica es guapa según dice mi vista, y actriz y compositora según el pie de foto. Ahí, en pequeñito, en el mismo pie de foto, dice además "Felizmente soltera, defiende su independencia con o sin pareja de por medio". Sin embargo, bajo ese rotundo "estoy sola", quien haya escrito esa portada ha añadido: "El mercado cuenta con ellos. Ellos sólo cuentan consigo mismos. Los impares son un negocio". No sé qué les habrá parecido al resto de "solos" que en el mundo son. A mi, personalmente, el título una vez leído con detenimiento, me ha parecido mal, pero el "añadido" del subtítulo me ha parecido - lo siento, pero no encuentro una forma mejor de explicarlo con exactitud - una puta mierda.

Reconozco que no he acabado de leer el artículo. De momento llevo la mitad. Tengo la insana costumbre de leerme los artículos de los dominicales de forma desordenada y eso, a veces, distorsiona mi percepción, pero... a partir de los 30 es difícil cambiar. De éste, titulares y ladillos aparte, de momento sólo me he leído los "testimonios reales". Como era de esperar, hay de todo, pero en general me han parecido gente normal que dice cosas también normales. Claro que eso, me lo ha debido de parecer a mi.

La autora (o quien le haya editado el artículo), ha optado en cambio por destacar otras cosas como por ejemplo:

"Más caprichosos y con una economía más saludable que la media. La industria busca soluciones hechas a su medida"

"Innovadores y buscadores de soluciones de conveniencia, han encontrado en Internet un sistema para relacionarse"

"Sólo el 40% de los impares afirma disfrutar de sus relaciones sexuales. Es tendencia el retorno al romanticismo"


En resumen los solteros son y están.
Tercera persona del verbo ser: ellos son. Son caprichosos, románticos e innovadores (por conveniencia, eso sí).
Tercera persona del verbo estar: ellos están. Están forrados, están enganchados a Internet y están insatisfechos sexualmente.
Además, volvamos a los orígenes, están solos.
Yo, que puedo cambiar esa tercera pesona del plural por la primera del singular, añadiría a esas afirmaciones alguna que otra anotación, aunque sea al margen.

Lo de que el mercado se ha fijado en nosotros es la gran mentira de principio de siglo y si no, que levante la mano quien haya vuelto a encontrar las sopas individuales de Gallina Blanca en un Carrefour (y no vale el Sopinstant).

Que somos caprichosos. Y yo me pregunto, ¿a la gente con pareja nunca le apetece comer algo especial o comprarse unas playeras rojas e irresistibles?. Para comprobarlo voy a hacer un estudio de campo contando el número de bolsos de mis amigas con novio o marido y, si tienen más que yo, echo abajo la teoría.

Lo de que somos unos innovadores por conveniencia no sé cómo interpretarlo. Si hablar con tus amigos por el ordenador es ser un aprovechado (conveniencia: utilidad, provecho - el diccionario de la RAE dixit), pues vale, sí, lo somos y también estamos enganchados a Internet (esto no lo voy ni a discutir, porque luego alguien me dirá que qué coño hago escribiendo en un blog a la una de la mañana).

Respecto a que estamos forraos, preguntádmelo el día 20, que hoy sólo es 11 y todavía me quedan 9 días de irresponsable felicidad.

Sin embargo, lo mejor lo han dejado para el final. Somos románticos. Me ha encantado leer eso... sobre todo después de informar a través de un especie de sistema de inversos que el 60% de los solteros no disfrutan sus relaciones sexuales. Yo, una vez más en la inmensa minoría, disfruto con el sexo. Llamadme rara.

Y... volvedmelo a llamar, porque estoy soltera sí, pero nunca he estado sola.

lunes, 9 de abril de 2007

Seamos prácticos


Estoy insoportable. Desde que me he comprado el tomtom me da por medirlo todo. Y una de las fatídicas consecuencias ha sido que la vida útil de mi último fichaje –lo de útil, lamentablemente, es una forma de hablar- acaba de agotarse hace cinco minutos. He medido el espacio libre que hay desde el plato de ducha hasta el techo de mi cuarto de baño y son exactamente dos metros -y no, no he utilizado el tomtom-. Lo que dadas las circunstancias, el chico mide algo más de doscientos centímetros, hace imposible que se introduzca ahí y consiga hacer algo digno.
Así que tendré que seguir buscando. Cuánto daño hace el metro en las relaciones de pareja.

Entre pitos y dulzainas


Lo que son las cosas. Cuando me debatía entre grandes síes y algún no despistado sobre si ir a recorrer este verano México lindo y querido, resulta que alguien ha decidido por mí. Y nadie mejor que mi jefa para decir que vía libre, que Adelante. Y yo, que si algo tengo claro es el respeto al escalafón, he cerrado filas y me he embarcado en la aventura 2007. Pura disciplina.

Así que voy a empezar a plancharme el vestido de estarlete –el de serpiente emplumada se quedó hecho un asquito con tanto barro maya y tanta arenilla belizeña- y a decidir mi papel. El tema dulzainas ya está bien servido (qué os voy a contar), tambor y maza también tienen, los platillos me aturden, el tamboril es ya una institución… Había pensado optar por una navideña pandereta, pero no es época y a ver dónde encuentro yo una a estas alturas del año. Así que creo que me voy a decantar por unas tejoletas, ese bonito instrumento del folklor castellano, una especie de castañuela mucho más primaria, que consiste en dos trozos de teja que se entrechocan una con otra. Osease, pura caspa para no desentonar.

Aunque mi amigo Quizir, que fue quien me dio la pista, insiste en que para tocarlas hay que estar en tercero de Conservatorio, tener nivel y ser de Valladolid... yo con sólo mirarlas, me entra una inspiración sublime y ¡¡¡ya me salen los redobles!!!

domingo, 8 de abril de 2007

Domingo de resurrección


















"No todos los tesoros son de oro y plata, amigo"

(Capitán) Jack Sparrow

Me gustan los piratas. Me gustan porque llevan el pelo largo, y pendientes, y collares, y tatuajes de chicos malos. Me gustan porque están dorados por el sol, y porque huelen a salitre y beben ron. Pero, sobre todo, me gustan porque son buena gente - de mirada limpia - disfrazados de golfos, para dar una imagen de chicos malos que no corresponde con su interior de chicos buenos.

Así, de vez en cuando, viendo y escuchando a los piratas, recuerdas frases como la que inicia este post. Después lees a Api y te das cuenta, de que hay piratas de barrio, buena gente que se preocupa por llenarte el vaso, que brinda contigo y te ayuda con la brújula.

Con todo eso - qué gran tesoro - se presenta una primavera llena de aventuras. Esto sí que es un domingo de resurrección.

Api, ponemos rumbo al verano. Directas al objetivo, sin desviarnos...

Directa, al objetivo, sin desviarme


Ya tengo Tom Tom. Llevaba unos meses midiéndome con la Naturaleza que, aunque dicen que es sabia, a mí me hizo sin sentido de la orientación.

Algunas veces, sobre todo, cuando vas oyendo una canción que te gusta, sin atascos, con tiempo de sobra (ni me acuerdo cuando se dieron estos tres factores juntos por última vez) pues un pequeño despiste, un rodeo casual, puede tener hasta su gracia. Pero en mi caso no estoy hablando de eso. Podría dar muchos ejemplos, pero el que tengo grabado a fuego sucedió el 12 de diciembre de 2006, cumpleaños de La Negra. Yo tenía una cena rutera en Boadilla del Monte, así que enfilé hacia donde yo creía que era. Tenía mapa y hasta copiloto, más perdido que yo, todo sea dicho. Pero ni aun así. Cuando volví a mi casa, miré el cuentakilómetros: 120. Voy a hacer una comprobación sobre la marcha. Un segundo. Según mi ‘tomtom’ hay 22,6 km de ida y otros tantos de vuelta. Quizir: 45,2. Vamos, que casi tripliqué el recorrido, estuve dos horas para un trayecto que se hace en veinte minutos, tuve que pararme a preguntar en dos gasolineras, llegué tarde a la cena… Por no hablar de esas largas llamadas con La Negra o algún otro tomtom voluntario que me han ido guiando telefónicamente hacia mi destino. Y no era plan.

Así que ayer fui a comprar manzanas y al verlo allí ‘de oferta’ me arrebató la mente el espíritu consumista, decidí apadrinarlo y llevármelo conmigo. Y hoy he ido a casa de El Vecino que amablemente me ha instalado todo lo que hemos encontrado: los radares fijos, los móviles, los controles de alcoholemia y algo relacionado con semáforos que no sabemos exactamente qué es, pero que también va a pitar cuando me vaya a cruzar con alguno.

Y ahora estoy ansiosa esperando a que me surja un plan al que dirigirme directa, al objetivo, sin desviarme. Aunque para orientarse en estos casos ¿también servirá el tomtom? Vecino, rastrea por ahí, a ver si lo que pasa va a ser que nos falta algún driver, y por eso estamos todos un poco desorientados.

viernes, 6 de abril de 2007

Días de penitencia


Este año, por primera vez, me he quedado en Madrid en Semana Santa. La gira por las Américas me ha dejado un déficit de sofá importante y he preferido quedarme aquí, aunque en principio toda mi agenda huía del foro.

Ayer, Jueves Santo, día de recogimiento y resaca, cuando me estaba ajustando los tacones para poner rumbo a un botellón de penitencia … 2006 volvió a mí a través del móvil. El titiritero alehop, de feria en feria, me invitaba a ver su espectáculo en Madrid. Un auto sacramental “naif y moderno”, protagonizado por un Cristo de madera articulado, que, así a priori, sonaba duro. Tan duro que ni la fuerza de la amistad había conseguido que La Negra o Pepa la Loba me acompañaran a verlo (“Api, ¿sabes contar? Pues no cuentes conmigo”, me habían dicho primero una y luego otra). Así que me fui sola. La obra sólo está en el teatro La Abadía hasta el domingo, pero se va a poder ver en Alcalá de Henares, en el Festival de Almagro, y en algunos otros que ahora no recuerdo. Y merece la pena. Sobre todo por el trabajo de los manipuladores del Cristo –algo de lo que puedo dar ffffe- y por la interpretación de la protagonista, Elvira Cuadrupani.

Cuando acabó –al final el Cristo resucita, nada de teatro experimental- me metí en el papel de groupie para esperar a que salieran los artistas y felicitar. Y después de unos muy merecidos aplausos, piropos a dos bandas, fuertes abrazos, besos y reconocimientos, el tamborilero se calzó el traje de director y me ofreció un papel principal en su orquesta de ultramar. Y yo, que este verano había decidido quitarme de moscos y alimañas, ví ante mi la tentación hecha carne. Así que antes de acabar negando tres veces, cogí a León y corrimos hacia el extrarradio, por esos túneles tan Blade Runner que nos ha hecho Gallardón. Y allí estuve quemando La Madrugá, sin capirote, pero rodeada de una estupenda hermandad, hasta hace bien poco desconocida, de esas integradas por amigos del barrio de toda la vida, que al poco de conocerte te invitan a sus fiestas como si fueras uno más, que se preocupan de que estés bien, de que estés contenta, de que no tengas nunca el vaso vacío… y hacen que la noche se convierta en uno de esos momentos en que piensas que eso sí, y no lo de la Resurrección, es el auténtico milagro.

lunes, 2 de abril de 2007

Bien, bien y bien

Este post es sólo para decir que ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡voy a ser tía again!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

domingo, 1 de abril de 2007

El peluquero de Boadilla


Lo de que los argentinos son guapos no es un tópico. Es la pura verdad. Lo juro. Recién.
No es que a España vaya la mejor representacion. Buenos Aires es el reino de los cielos para las argentinófilas como sho.

Y esta tarde he visto a uno de estos dioses. Como hacía un tiempo de perros y ya habíamos dado el decimoquinto round a la ciudad, he decidido echar la tarde en una peluquería. A quitarme el rubio Gunilla, en principio. Pero visto lo visto he empezado por un tinte, para continuar con unas mechas, de ahí a un brushing, he seguido con la manicura, el arreglo de cejas, con tinte incluído... y ya solo me quedaba la pedicura. Y en esas estaba yo, esperando a que se me secara el esmalte de las uñas de los pinreles con los vaqueros remangados, cuando aparece Dios en la puerta y me dice: vos sos la que vive en Madrid? Ha sido talmente como si el esmalte se me hubiera subido a los ojos de lo que me relucían.

Resulta que el guapisisisisisimo se va el dia 19 de abril a trabajar a una peluquería de Boadilla del Monte -ya os contaré cuando me ha preguntado que qué estaba mas cerca de Madrid, si Boadilla del Monte o Portugal, tal cual-. Rápidamente le he deslizado una de mis tarjetas de visita "por si te puedo ayudar en cualquier cosa". El hombre andaba todo apurado porque tiene que llevar todas las herramientas en la maleta y tal vez le ponen pegas en la aduana, porque en principio va de ilegal. Yo, imbuída por el espíritu del buen samaritano, me he ofrecido a llevarle mañana en mi equipaje los peines -traeme los peines, Paco, traeme los peines-. Pero no va a poder ser porque necesita arreglarle el pelo a toda la familia antes de volar a España y no puede prescindir de las tijeras, el secador y las planchas.

En cualquier caso, le he dejado dicho que si cambia de opinion me puede encontrar en la habitacion 340 del Alvear Palace hasta las 10.30 horas de mañana. Así que os dejo, no vaya a ser que el cañón porteño este esperandome en la puerta con los rulos y las tenacillas.