miércoles, 29 de agosto de 2007

Vivan los novios (III) o harta de bodas

Se acabó la temporada. Desde aquí lo digo, que nadie anuncie boda –o que la anuncie pero no me invite- en, por lo menos, un año. Que no voy. Que estoy harta de ir a bodas. Y ya no me quejo de la pasta de la peluquería (que no voy), ni de la pasta del vestido (que por trabajo tengo un decente fondo de armario de vestidos de fiesta, aunque últimamente me aprietan tanto que me los voy a tener que acabar calzando con lubricante), ni por la pasta de la gasolina, ni por la del regalo (en las familiares paga el maxi de la casa)… Es que estoy harta de las bodas en sí. Que me aburro, joder. Que ya sé que son fiestas, pero para los novios y para los invitados que van con buen talante. Yo ya las he cogido tal manía que ya voy malencarada y mirando el reloj para ver cuándo es momento de poder salir corriendo.

Y ya la próxima, que se va a perpetrar el sábado que viene, me tiene especialmente ‘sensible’. Aunque creo que no es nada para el estado de humor que se te ha puesto a ti, banderillero. Ahora que, una cosa te voy a decir, esta promete ser de las que no se olvidan. Que todos hemos tragado mucha boda absurda y puñetera… pero la del día 8 entra en los anales ese mismo día, más rápida que la espada en la tarta nupcial.

Por qué se empeñará la gente en conseguir el 'no va más' en su boda, oyes? Con lo bonitas que son las bodas en las que se invita sólo a los más allegados. Aaaah, que es por la pasta... en serio? No creo...

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