jueves, 3 de diciembre de 2009

El club del Gourmet

De lunes a viernes para mi la hora de la comida es toda una experiencia a pesar de que, lamenta- blemente para mi, no tiene nada que ve con el sentido del gusto. Os pongo en situación: los diez irlandeses, el rumano y mi menda, sentados en el suelo enmoquetado de un edificio de oficinas lleno de abogados de esos que aún llevan peluquín blanco y chorreras sobre la toga. Vamos, que somos los parias del edificio. La comida nos la doblamos allí tiraos, de cualquier manera, cada uno donde puede. Hay tres sillones y para el resto, moqueta a libre elección.

El caso es que, en medio de esa tristeza gastronómica, mis compañeros irish tienen la capacidad de disfrutar con la comida, dato este que no deja de asombrarme por mucho que lleve comprobándolo tres semanas seguidas. Los comensales nos dividimos entre los que nos llevamos el sándwich de casa (y si eres irlandés, además sueles aderezarlo con una sopita de sobre), y los que bajan al Spar a comprárselo. Yo era de las segundas pero, después de pagar 4 euros largos por el sándwich más asqueroso del mundo, me cambié. Sin embargo, los abonados a la comida “casera” somos minoría, por lo que lo habitual es que cuando nosotros estamos acabando, llegue la masa con sus adquisiciones, y ahí comienza la acción.

Los menús suelen ser: sándwich y bolsa de patatas fritas, o sopa (siempre acompañada de pan con mantequilla) y patatas fritas tipo a las de luxe del McDonalds, o como mucho, tallarines al wok. Vamos... pa echar a correr, pero pa’l otro lado. Sin embargo, ellos se lo comen con auténtico entusiasmo, disfrutando cada mordisco o cada sorbo de sopa, en la que untan el pan con mantequilla alegremente – la variedad mojo el sándwich entero en la sopa no tiene desperdicio - y sin dejar de comentar con la boca llena, lo buenísimo que está todo. Pero, la cosa no acaba ahí, no. No contentos con eso, se interrogan unos a otros:

- How is the Marco Pollo? (nombre de una de las “especialidades” del Spar)
- DELICIOUS!!!

¿Delicious?, amos no me jodas, ¿cómo puede estar delicious un puto sándwich al que le han echado los ingredientes a granel y mirando para otro lado? Eso no es que el sándwich esté bueno, eso es que no se ha comido nunca nada mejor, y claro, ya dice siempre mi madre que la ignorancia es muy atrevida.

Comer les gusta, tanto como a mi o más – una de sus conversaciones preferidas los lunes es comentar el precio y la variedad (por ese orden) de los restaurantes de 3x1 a los que van los fines de semana -; si miras a los lados por la calle, da igual la hora del día o de la noche, siempre ves a alguien comiendo; y, en mi opinión, sus platos típicos, tipo el Shepards pie (pastel de carne) o el Stew (estofado de patatas, carne y verduras) está cojonudos. El problema es que no tienen mucho más donde elegir y claro así cualquier cosa te parece bien. Hasta yo estoy cayendo en la trampa: el viernes el sándwich de paté y queso me pareció un manjar comparado con el habitual jamón y queso.

Lo veo. Al final me vendré arriba y acabaré diciéndole a Api que como al champán le van muy bien las aves, marcho pa su casa con un pollo de Casa Mingo para acompañar un Cliquot...

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