lunes, 9 de marzo de 2009

Me gusta conducir

Abandonaos. Os tengo abandonaos. Menos mal que Api dio señales de vida desde el paraíso, que si no… El caso es que la pasada fue una especie de semana horribilis en la que no me ocurrió nada malo, pero tampoco nada bueno, y cuando tengo el alma oscura no me suele apetecer escribir, o al menos, no para todos los públicos.

Pero… como todo acaba (lo malo también), este fin de semana me fui a casa y rumbo al norte, con frío, lluvia y nieve, pero sin apenas coches interrumpiendo mi camino me reencontré con el placer de subir la música y pisar a fondo. Me reencontré con el placer de conducir y, cuatrocientos kilómetros más tarde, me reencontré también con mi humor perdido.

Completamente venida arriba después del viaje de ida, ayer volví a probarme. Quería saber si de verdad había disfrutado tanto del mismo viaje de siempre o sólo había sido un espejismo. El experimento fue un éxito. Después de 200 kilómetros por carreteras comarcales adelantando camiones, subiendo puertos, trazando curvas y dejándome deslumbrar por el sol reflejado en la nieve de las cunetas llegué a Burgos feliz. Los 200 kilómetros restantes fueron coser y cantar. Ni el atasquito de turno me cambió el humor.

El resto del fin de semana ha sido estupendo, pero conducir así mientras la BSO de Reservoir Dogs sonaba a todo volumen fue lo que hizo “click”. Sólo espero que la DGT no me estropee el momento ;-)

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