miércoles, 9 de abril de 2008

El ídolo (II)

Ahora que ya sabéis quién es, os voy a contar la última del ídolo. Antes de invitarme al Bernabéu no éramos amigos, ahora me odia. Cada vez que me quejo, mis amigas - muertas de la risa - dicen eso de “aaaaaaah, se siente, haber ido al fútbol”, y luego añaden que le he cogido manía. Pero eso no es del todo exacto. Bueno, igual un poquito de tirria igual sí que le estoy cogiendo, pero a ver qué harías vosotros...

Desde el día de autos, decidió que contestar – por educación, más que nada – a mi buenos días, ya no era estrictamente necesario y yo flipé un poquito, pero bueno... igual cuando decliné, yo no había sido tan amable como pensaba o algo... Pero hete aquí que un día, el ídolo decidió descargar sobre mí todo su rencor social y, después de haberme dado hora para que me lo lavaran (*) dejó mi 207 en el garaje – perfecto con sus 100 kilos de mierda sobre el cristal – para colar los coches de todos los jefes de la empresa (incluidos algunos amigos míos, con lo cual, me enteré). Ese día, al irme, se hizo el loco, y al día siguiente, cuando los “utilitarios” de todo el organigrama brillaban hasta en la oscuridad, llegó mi turno. Sin embargo – llamadme rencorosa si queréis – para entonces a mi ya no me interesaba el “servicio”, así que le dije lo mismo que a lo del fútbol, esta vez alto y claro: no, gracias.

Si a esas alturas ya me odiaba, a día de hoy, os podéis imaginar... Pequeñas mentiras, ignorancia total a mis enfados porque él firme personalmente los paquetes que me envían al trabajo (menos si son reembolsos, entonces prefiere la opción dejarme mal delante del mensajero), oídos completamente sordos a mis súplicas para que bajen el aire acondicionado,... Más que una guerra abierta, lo nuestro es una lucha de guerrillas. Y para muestra, la última batalla.

Ayer por la mañana, cuando llegué a currar, no había sitio en la neverita de mi lado de la oficina - donde suelo guardar el tuper -, y tuve que ir a la cocina grande a llevarlo. Para eso, además de pasar por delante del ídolo, tengo abrir una puerta con mi tarjeta de identificación. Total, que cuando ya estaba en el pasillo me doy cuenta de que la tarjeta se me ha quedado encima de la mesa y se me escapa un “uy, mierda” en alto.

A continuación, le miro y le digo: “Ídolo, ¿me puedes abrir, por favor, que me he olvidado la tarjeta?”. Y él, que estaba levantado trajinando en el ascensor, no me contesta – ni siquiera me mira – pero se ríe, como que no quiere la cosa. Entonces, yo le miro poniendo cara de interrogante (ya sabéis, un a medio camino entre el “¿piensas abrirme?” y el “¿te estás riendo de mi?”), pero todo esto sin dejar de sonreír – vamos, que estaba yo de buen rollito -. Y entonces él me mira y me dice:
- ¿Qué has dicho?
- ¿Quién yo? – le contesto.
- Sí – responde.
- He dicho: “uy, mierda” – digo yo.
- Eso está muy feo – dice él – y más en una mujer.

Ahí es donde yo saqué lo peor de mi y, sin dejar de sonreír en ningún momento y mirándole directamente a los ojos, puse cara de circunstancias (un a medio camino entre desvalida mujer compungida y “lo que tú digas, tontodelculo”) y contesté: “pues si me oyeras otras veces….”

Del revés se le pusieron los ojitos negros, del revés. Definitivamente, no soy su tipo, pero él el mío... tampoco.

(*) Lo del tunel de lavado de mi curro, os lo cuento otro día, que para explicarlo en condiciones, además de escribir tengo que hacer de paparazzi.

10 comentarios:

Api dijo...

Cuando yo iba al colegio, allí se decía mucho una frase del tipo "los que riñen se quieren" o algo parecido. Aunque ya me imagino yo que no van por ahí los tiros, femme fatale.

LaNegra dijo...

Api, eres mala, y lo sabes ;-P

Federiko dijo...

Porque ya le has bautizado como "Idolo" pero yo apostaría por "Machu-Pichu" si no fuera tan políticamente incorrecto.

Aida, que gran serie.

Estoy con Api, la historia trasluce cierta tensión sexual no resuelta.

LaNegra dijo...

Según me aclaran los gitanos utilizan el término "payo-poni", que también se barajó, pero es el ídolo.
Respecto a la tensión sexual... el acaba de volver de vacaciones de Punta Cana. Yo por mi parte, intento buscarme la vida por otras latitudes.

pd. Api y tú sois un par de perras, y lo sabéis :-P

Api dijo...

guau

Anónimo dijo...

Para mi tambien esta claro lo de la tensión, en este caso sexual. Algo parecido me ha pasado esta mañana en el aeropuerto de Frankfurt con otro segurata en el control de equipaje de mano. Llevaba un desodorante de 150ml y me ha sido que nanai de la china, que era demasiado grande, me he quedado con una ganas de meterselo por el........seguratas, profesión poco reconocida y valorada.
Javier

LaNegra dijo...

Que noooo...
Que tensión sí, pero de sexual nada... Esa palabra es que últimamente me da error...

Anónimo dijo...

Había oído que lo de los uniformes a las tías os ponía mucho, sobre todo el de madero (estaba a punto de comprarme uno para tener en el armario para ocasiones especiales), es eso cierto o sólo es sólo un mito?. Mejor bombero que madero?

Javier

LaNegra dijo...

Bombero siempre mejor ;)

Anónimo dijo...

Pero ahora, con todo el rollo del cambio climático, la sequía, el código del buen gobierno corporativo y demás chorradas……la manguera habrá que llevarla sin agua, como mucho un chorrito (además corres el riego que te la trasvasen, perdón minitrasvasen a Cataluña :-).
Javier