sábado, 26 de enero de 2008

LaNegra durmiente (*)

Lo siento, llevo unos días intentán- dolo, pero he descubierto que la mirada de mi madre sobre mi hombro corta completamente mi creatividad bloguera... Aclarado ésto... procedo a contaros...

Como sabéis (gracias Api, qué haría yo sin ti) en los últimos días me he jugado el cuello... y... a falta de lo que creo que técnicamente se denomina “anatomía patológica” (banderillero, corrígeme si me equivoco), parece que he ganado. Aún no giro con rapidez y presteza pero... parece que al despertar todo estaba (está) en su sitio.

Lo que son las cosas. Más o menos cuando me enteré de que me tenían que operar y cortarme el cuello, fue cuando Federiko empezó su serie “Federiko durmiente” en la que nos relataba sueños de hace años (a quienes no lo hayan hecho ya, recomiendo encarecidamente la lectura de esos posts, el sueño de las croquetas no tiene precio). Y así, entre risa y ahogo (por las risas), fue como lo recordé.

Yo, a diferencia de Federiko, nunca me he apuntado los sueños, pero hay un sueño, que recuerdo desde que lo tuve, hace muuuuuucho, muuuucho tiempo, a la tierna edad de 5 años. Quién sabe, igual en la pesadilla tuvo algo de culpa aquel papel setentero de enormes flores naranjas que tenía en el cuarto (aún con dos camas y sin mesa de estudiar en aquel entonces) y que lo mismo me provocó el colocón. El caso es que soñé que me cortaban la cabeza. Tal cual. No sé por qué ni por qué no, pero un señor decidía que mi cabeza no tenía que estar pegada a mi cuerpo y que era mejor ponerme otra. Ni cortos ni perezosos el señor y sus ayudantes me cortaban el cuello y me pegaban la cabeza de un maniquí. ¿He dicho pegar? En realidad me la clavaron. Con clavos de carpintería. De los grandes. Me desperté sobresaltada y tocándome el cuello buscando la cabeza de los clavos. ¿Lo peor?. Aún me acuerdo del careto del maniquí, con los labios rojos, el pelo corto como cortado a cuchillo y esos ojos inexpresivos...

El sueño me marcó, y no sólo porque me aún me acuerde muchos años después. Me acojoné, literalmente, y tiempo después aún me tocaba el cuello de vez en cuando a ver si los clavos estaban allí. ¿Fue premonitorio? No lo sé, pero... no me digáis que no es casualidad que al final, me cortaran el cuello de todas, todas...

Pd. I’m back babies...

(*) Federiko, va por ti ;-)

2 comentarios:

Federiko dijo...

Ya debía de ser férreo el marcaje materno para dejarnos sin tus palabras tanto tiempo.

Salud!!! (también para la de las chiribitas).

Y a juntar palabras para nuestro disfrute.

Besos y espero que pronto estés al 100%.

Api dijo...

Bienvenida.