martes, 6 de enero de 2009

La España de la crispación

Lo primero, bienvenidos al año de las oportunidades. Lo segundo, tras la comida de Reyes podemos dar por concluidas las Navidades 2008-2009, las Navidades de la crispación. Así que ya puedo hacer un balance de lo que he visto. Sé que vivo en la ciudad probablemente con los niveles de crispación más altos del país, a lo que añado que la paciencia no es una de mis principales virtudes, y que los últimos meses del año han sido laboralmente bastante tensos para todos.
En estas circunstancias me eché a la A1 la mañana de Nochebuena dispuesta a vegetar durante diez días rodeada de la tranquilidad del pueblo. Ja. La primera sorpresa fue salir de Madrid sin atasco, ni siquiera en la entrada al Cortinglés de Sanchinarro donde en los últimos años la mañana de Nochebuena he visto multitudinarias peregrinaciones en busca del langostino de última hora. Ni siquiera cuando en el peaje, la maquinita se tragó mi Visa (fallo técnico, mal pensados) me exasperé. En 40 kilómetros me esperaba la tranquilidad del hogar de provincias.
El primer atasco lo tuve a cien metros de mi casa. Hacía cuatro días que había echado a andar el tranvía en Vitoria y ahí donde se cruzan las vías con las carreteras y las glorietas... las cosas se complican, la gente se tensa.
Una hora después intenté que en alguna óptica me ajustaran mis lupas de ver y unas fasionistas Givenchy moradas-dolor que me resbalaban nariz abajo. Pinché en hueso una, dos y hasta tres veces. Como no las había comprado en el pueblo y la operativa de ajustar patillas es gratuita (aunque yo ofrecía siempre pagar el servicio), a ninguna de las amables señoritas que pregunté quisieron ayudarme. Dientes.

Tres días después me acerqué a la tercermundista estación de autobuses de Vitoria, en cuyo lateral están los únicos ocho aparcamientos que tiene. Cuando encontré hueco, puse las emergencias para empezar a maniobrar. Apareció el listo que se puso delante y marcha atrás se metió en el hueco que yo había visto. Cuando me acerqué a comentar que eso no se puede hacer, que es falta de educación, el caballero me comentó que marcar con las warning un hueco es falta de ética. Después se fue con su hija teñida de rubia y de vez en cuando miraban para atrás por si les rayaba el coche.
Dos días después me fui al Cortinglés a la caza y captura de los regalos de Reyes. Yo siempre he estado en contra de la fama de hijasdeputa y malfolladas de las dependientas de esta cadena comercial. Tras pasar por el departamento de librería y ropa interior, respectivamente, no puedo decir lo mismo.

Y así podría seguir contando aventuras de la gente que echaba la tarde montada en el tranvía, que para eso es gratis hasta mañana, y se cruzaban la ciudad una y otra vez con los hijos, primos y demás familia, y sin agarrarse en ningún sitio, como si fuera la barraca del tren de la bruja. Con lo que eso supone para el que está cerca de ellos, que les tiene que ir frenando con su cuerpo a cada curva. Cuando una tarde, ya hartita, de sujetar a una amable señora con mi hija pequeña me di la vuelta y le comenté que por qué me estaba empujando, se hizo el silencio en el tranvía. Pude leer en la cara de todos que menuda borde, que si no quiero que me empujen que no me monte, o que vaya en taxi.

Al final, de lo que te das cuenta es de que la gente está igual de crispada -o más- en Madrid que en las pequeñas ciudades. Que no nos cuenten milongas. Que ni el humor es mejor, ni el trato de los comercios es más amable, ni el tráfico es para tirar cohetes, ni la educación llama la atención.

PD. Estoy totalmente a favor del tranvía de Vitoria, que para eso vivo en Madrid.

5 comentarios:

LaNegra dijo...

Juajuajaujauajua
La próxima vez que vaya a Vitoria te pienso exigir un paseo en tranvía. Pago yo :D

Api dijo...

Tranquila, la época del gratis total acababa hoy; asi que los babazorros volverán a ir en coche a todas partes, como hacían siempre.

LaNegra dijo...

Por cierto, la foto es grande :D

Federiko dijo...

Yo, en cambio, en todo lo que fueron las fechas navideñas, no tuve ni un momento crispante. A ver si la traías tú de la capi (la crispación)...

Por cierto, sepa que fue llegar a casa, tras la comida que se alargó hasta altas horas, y comenzar un proceso febril bien surtido de toses, mocos y demás, del que acabo de salir.

Api dijo...

No iba usted vestido acorde con las circunstancias. se lo dije. que no querer coger frío a cero grados abrigado con una camiseta y una chaqueta fina es abusar del rh.