martes, 13 de enero de 2009

¿Selección natural?

Estoy totalmente a favor del aborto, en todos los casos, sin plazos, sin excepción, siempre y cuando la mujer así lo quiera. En mi caso, creo que es preferible que el hombre también esté de acuerdo, pero reconozco que no lo considero del todo imprescindible. Sé que es injusto, pero es la mujer la que soporta el embarazo y por ello creo que debe tener la última palabra.

Tengo amigas embarazadas y – cosas de la edad – a algunas les ha tocado hacerse la amniocentesis. En esos casos, ellas suelen sumar dos miedos, el miedo a perder la criatura con otro miedo, el del resultado. Yo siempre intento animarlas hablando de estadísticas, de los casos exitosos que conozco y al final, suelo preguntar una cosa: ¿tienes clara cuál va a ser tu decisión sea cual sea el resultado? Si la respuesta es sí – y de momento siempre lo ha sido – siempre digo que adelante. Si en algún caso hubiera sido no, tengo preparada otra respuesta: pues entonces espera a ver qué te depara el destino.

El sábado estábamos Api, el Tigris y yo comiendo en un restaurante de un centro comercial y, como no podía ser de otra manera en tales circunstancias, aquello estaba lleno de niños. De todos los tamaños y colores. Y de pronto Api se dio cuenta de que, entre todos, había un crío de unos dos años que, además de estárselo pasando en grande, tenía síndrome de down. Ella fue la que dijo lo que yo, hasta ese momento, no me había parado a pensar: ahora, es raro ver niños tan pequeños con síndrome de down, ya nadie los tiene.

Detectado “a tiempo” ese cromosoma extra ya no es un problema para nadie que no lo desee. Cierto que aún es imposible detectarlo siempre, y cierto también que los cromosomas extra no son un problema para todo el mundo. Sin embargo, nunca antes del sábado yo había pensado en todo esto desde la óptica que se abrió paso en mi cabeza en aquel restaurante: ¿estamos seleccionando la especie?

Quiero pensar que no. Quiero pensar que, igual que sin pestañear acepto los abortos de madres adolescentes, los de las mujeres violadas o los de aquellas otras cuya vida no puede soportar un hijo más, igual que acepto cualquier aborto que sea decisión de una mujer, acepto también estos. No son distintos de otros, la madre piensa que es mejor no seguir adelante, y no hay nada más que decir.

Pero, el sábado, al pensar que en unos años podría no haber apenas críos con síndrome de down, me entró una especie de miedo, algo como un cargo de conciencia por algo que nunca he hecho, pero que sé que probablemente haría. Ahora la idea no se me quita de la cabeza. Me viene y me siento egoísta, casi nazi, imaginándome a mi misma “eliminando la molestia” y, al mismo tiempo, me parece que estoy traicionando la libertad y el derecho al aborto libre y seguro que siempre he defendido y pienso seguir defendiendo.

El periódico decía ayer que entramos en el año de Charles Darwin, que su teoría de la evolución cumple 150 años. Mal que me pese, para mí, la selección natural nunca volverá a ser lo mismo.

2 comentarios:

Federiko dijo...

Uno de los post más interesantes que has escrito, pero difícil de comentar y, al mismo tiempo, salir indemne al mirarnos así de cerca y hacernos preguntas incómodas. Digo.

LaNegra dijo...

Sí, algo así me pasó a mi. Que me hice una pregunta incómoda y no salí indemne.