lunes, 19 de febrero de 2007

A las selvas de la Serpiente Emplumada


Allí es donde Api quiere volver. A las húmedas selvas de Tikal donde reinaron los Mayas.
Allí, en medio de espesura, es donde ella deja de ser un animal atrapado en el asfalto y despliega sus alas para - como el mítico Quetzal - emprender un vuelo que la convierte en la Serpiente Emplumada.
Y allí, tras la metamorfosis, se produce el fenómeno que en la ciudad sólo se vislumbra: todos los hombres, uno tras otro, caen rendidos a sus pies. Y lo hacen después de caminar por una ruta con un rumbo fijo: el que marca el aleteo de sus pestañas.

NOTA: gracias a Pepa La Loba, por la inspiración

3 comentarios:

Pepa La Loba dijo...

Inspiración? Y dos cojones! que la tía ésta estaba con calor uterino y había que apartarse por la deflación que llevaba a su paso.

Api dijo...

Loba, mona, que la cercanía de la primavera no te secuestre la razón. Que no hubo influjo maya que lograra quitarme los tacones en los barros del Petén.

Pepa La Loba dijo...

Eso es cierto que a tí los barros de los tacones no te los quita nadie. Ni siquiera los tacones! Es una práctica inusual para la cultura maya: flirtear y enamoriscar desde lo alto de tus tacones. Gran frase ésta