viernes, 28 de mayo de 2010

Cantar del Mío Cid

Hace una semana MBlue nos escribió un mail al genio y a mi. El asunto era el siguiente: FYI. El famoso “for your information” que tanto gusta en mi antigua empresa, abría paso a un mensaje pelín críptico:

“La lectura correcta de esto es verte como El Cid Campeador, que ganó sobre su caballo incluso después de muerto :-)”

La solución, en el attached. Adjunto al mail iba un documento de power point con un flujo de trabajo que sugirió mi departamento poco antes de que nos echaran por incompetentes. Al parecer eso, que no valía, sigue siendo lo que marca la pauta, más de un año después. De ahí el símil con el Cid que se marcó MBlue y que tanta gracia me hizo al entenderlo.

Veía al genio, que en lugar de ir a lomos de Babieca, iba en una silla de oficina, y había cambiado la Tizona por un bonito power point de tonos verdes, blancos y negros. Detrás íbamos el resto, yo me imaginaba cual Jimena, siempre a su sombra, y luego venían los demás, leales caballeros, armados con teléfonos móviles y ordenadores portátiles, cargados de ideas y presentaciones. Todos cargados de argumentos, todos firmes, todos muertos. Y volví a la realidad.

La realidad es que la comparación es perfecta. Últimamente he visto más a las chicas, y ellas me siguen poniendo al día de lo que ocurre en la oficina. El cotilleo me mata, como sabéis, así que me encanta que me cuenten cosas. Pero cada vez más, cuando pasa la comida y ellas tienen que volver a currar mientras yo tengo toda la tarde libre, me doy cuenta de esa muerte lenta. Ya no conozco a toda la gente de las conversaciones, empiezo a olvidar apodos, algunos grandes desconocidos son ahora sus amigos y... bueno, la vida sigue.

Sé que es lo mejor, y reconozco que, aunque me de bastante igual lo que hagan con nuestro trabajo, en el fondo, saber que siguen utilizándolo me provoca esa especie de chulería del “teníamos razón” que tanto gusta y de tan poco sirve. Seguimos ganando batallas, cierto, pero la realidad es que, en aquellas tierras, estamos muertos. Tiesos como la mojama, aunque a lomos del caballo... ¿acabaremos convertidos en leyenda?

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