
A estas alturas de mes, algunos pensaréis que me estoy ahogando, lo que supongo que no tendréis tan claro es si lo estoy haciendo en alcohol o en agua. La verdad es que, a pesar de lo trágica que me puse en mi último post, ni lo uno ni lo otro. No me ha dado ni por emborracharme ni por llorar, ¡qué le vamos a hacer!, no tengo madera de antiheroína clásica. Sólo estoy out.
No estoy ni triste ni alegre, ni preocupada ni tranquila, ni de brazos cruzados ni hiperactiva, ni haciendo el currículum ni sin pensar en trabajar, sólo estoy dejándome llevar y eso incluye cinco días de hospital en hospital – por nacimientos, no por nada malo – y no tener acceso a internet. Por eso, aunque escriba esto a las 02:36 h. de la madrugada del sábado 18 al domingo 19 de abril, puede que no aparezca publicado hoy, todo dependerá de si reúno fuerzas para nadar a contracorriente – aunque sean tres minutos – y acercarme a algún ordenador con conexión. De hecho por depender, dependo hasta de la batería del portátil (por qué Carrie Bradsow siempre tiene batería y la espalda estupenda a pesar de escribir sus artículos desde la cama el 90% de las ocasiones sigue siendo un gran misterio para mí años después de la desaparición de la serie).
En fin, el caso es que me vine al pueblo convencida de que aquí organizaría mi futuro actualizando el cv y decidiendo a qué país me voy a estudiar inglés los próximos meses y de momento lo único que he hecho es plantearme lo que, antes de venir, me parecía implanteable: ¿y si busco un curro aquí? He pensado desde prepararme una oposición hasta invertir el finiquito en una librería para niños como aquella que tenía Meg Ryan en “Tienes un email”, pero en lugar de ponerla en Nueva York, ponerla en mi pueblo, o en el de al lado. ¿Los niños leen en todas partes, no?
Sé que cuando Api lo lea me dirá que vuelva a Madrid ¡ya!, y que no pierda la cabeza. A lo mejor es sólo el constante nordeste que sopla por aquí, pero confieso que me lo he planteado de verdad.
El caso es que esta noche, viendo la tele – en este aislamiento no todo iban a ser desventajas, mis padres no tienen internet pero tienen un cable estupendo donde ver un montón de series y buenas pelis en versión original – estaba viendo “Esenble, c’est tout” (Juntos, nada más) y cuando en un momento de el guapísimo protagonista le dice a Audrey Tautou que si no quiere nada serio follan pero no la besa, he pensado mi típico “todo no se puede tener” y, de repente, me he acordado de vosotros y me he dado cuenta de que a mi me pasa como a Gillaume Canet, que lo quiero todo: quiero follar y el beso. Quiero la cercanía de mi pueblo y el anonimato de la gran ciudad. Quiero mi vida de aquí y la de allí. Os quiero a todos juntos, nada más.
pd. la familia, que es bien maja, me ha liberado la entrada USB ;-)