jueves, 7 de agosto de 2008

Intimidad

Nunca he sabido si soy tímida. Creo que no demasiado, al menos para relacionarme, aunque quizá es sólo porque para mi la vergüenza es otra cosa. Soy capaz de decir la palabra follar cien veces seguidas sin sonrojarme y también de esconderme porque por el pasillo de la oficina viene un chico que me gusta y me he puesto roja. A todo esto, of course, el tío no tiene ni idea de que yo tengo el más mínimo interés en él, vamos, que ni se entera si me pongo roja o verde oscuro, ni de por qué mis amigas se descojonan de mi. El caso es que el otro día salí pronto de currar y vi una cosa en la tele, que me hizo pensar en la intimidad, o al menos en lo que yo considero intimidad.

En el programa, que se llama algo así como Mujeres y hombres y viceversa. Es el típico de estos de citas. Un chico (al menos en el cachito que yo vi) tiene varias citas con varias chicas y debe decidirse por una. Por lo poco que aguanté, me parece que incluso va eliminando por programas en plan mundial de fútbol, hasta llegar a las dos finalistas. Supongo que en versión tía también existirá – y si no, a la ministra van – y alguna mujer con menos vergüenza que yo, elegirá entre cuatro tíos delante de las cámaras.

Lo soporté unos cinco minutos. No, no os confundáis, no fue porque el programa sea puritita telebasura, qué va - me doblo muchos Dónde estás corazón? sin problema -, la razón de que no pudiera soportarlo fue que empecé a sentir vergüenza. Las cámaras estaban delante cuando el tío o las tías, decían las típicas cosas cursis que se dicen cuando te estás ligando a alguien y que yo sólo soy capaz de decir a un tío en puro, absoluto y privado directo. De repente me imaginé a mi misma grabada por una cámara cuando se me pone “ese tonillo” y sentí tanta vergüenza que cambié de canal.

A ver, que no es que yo no lo diga, ni que me parezca mal que lo digan los demás. Es sólo que yo eso se lo digo al interesado y punto. No siempre me pasa, pero sí me ha pasado alguna vez que si un tío me gusta mucho me pongo caramelito completa – no sé si me explico – pero lo hago porque es algo como... como ajeno a mi. Es como si la del caramelito fuera otra y no yo. Tampoco me importa, ya he aprendido a no asustarme cuando Candy Candy habla a través de mi boca, es sólo que no me gusta que lo oiga nadie que no sea el interesado o – inevitablemente – yo misma (aunque creedme que muchas veces no me importaría ahorrármelo).

Para mi eso es super íntimo. Tanto o más que contar qué he hecho en la cama con un tío. Es algo que no me gusta contar. Puedo contar que follamos, alguna vez he llegado a contar – sólo en momentos de auténtica confesión – cuántos polvos cayeron aquella vez, pero no cuento qué hice ni cómo. Eso es cosa mía y del contrario, y lo que yo le diga al oído o a gritos, que lo mismo da, también.

Por eso cambié de canal. Porque mi intimidad es mía, y viceversa.

No hay comentarios: