jueves, 12 de julio de 2007
Envidia cochina
Sí, cochina envidia. Eso es lo que siento desde que sé que Api tiene un admirador secreto. Al parecer lo tiene hace meses (¿os acordáis del Rally al que me llevó?, pues por lo visto perdimos el primer premio, pero ganamos otros trofeos...). El caso es que el asunto es público y notorio desde que volvió de Hawai (¡qué guay!).
Y no es ya eso de “tengo un amigo que dice que le gustaría conocerte”, no no no no, es mucho más. La cosa es tan seria que hoy hasta le querían sacar una foto. La fotógrafa ha insistido tanto que Api se ha dado cuenta y ha preguntado... y sí, como todos sospechábamos, la foto era para su admirador.
Y yo – que toda la vida he sido muy de meterme en el papel – pues me imagino a mi misma con todo el mundo a mi alrededor diciendo: “tienes un admirador secreto, tienes un admirador secretooooo” (leedlo con tonillo de niñas de colegio, por favor) y me pongo ni tan contenta. Eso, claro, hasta que caigo en que le está pasando a Api, y no a mi. Entonces pienso: “¡¡yo también quiero uno!!” Y justo a la vez, noto como una cosa que me sube por las piernas; y aunque intento achacarlo al verano y a mi mala circulación, muy en el fondo sé que lo que me sube por las piernas no es cansancio, no. Es envidia. Envidia cochina.
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