Allí es donde Api quiere volver. A las húmedas selvas de Tikal donde reinaron los Mayas.
Allí, en medio de espesura, es donde ella deja de ser un animal atrapado en el asfalto y despliega sus alas para - como el mítico Quetzal - emprender un vuelo que la convierte en la Serpiente Emplumada.
Y allí, tras la metamorfosis, se produce el fenómeno que en la ciudad sólo se vislumbra: todos los hombres, uno tras otro, caen rendidos a sus pies. Y lo hacen después de caminar por una ruta con un rumbo fijo: el que marca el aleteo de sus pestañas.
NOTA: gracias a Pepa La Loba, por la inspiración
3 comentarios:
Inspiración? Y dos cojones! que la tía ésta estaba con calor uterino y había que apartarse por la deflación que llevaba a su paso.
Loba, mona, que la cercanía de la primavera no te secuestre la razón. Que no hubo influjo maya que lograra quitarme los tacones en los barros del Petén.
Eso es cierto que a tí los barros de los tacones no te los quita nadie. Ni siquiera los tacones! Es una práctica inusual para la cultura maya: flirtear y enamoriscar desde lo alto de tus tacones. Gran frase ésta
Publicar un comentario